Una UBPC que detiene el decrecimiento e iniciará ascenso, aprovechando todas sus potencialidades internas y alternativas, muestra que es posible rescatar la producción cañera

Hace muchos años hice un trabajo periodístico tristemente curioso, allá por territorio tunero. Recuerdo que mientras una unidad ganadera exhibía envidiables resultados productivos, saludable rebaño, buen promedio de litros de leche por vaca, potreros con alimentación para los animales… otra, colindante, presentaba una situación diametralmente opuesta.
Por estos días ha acudido a mi memoria aquel paradójico caso, al meditar por qué unas Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) cumplen su plan de siembra de caña, tienen buenas plantaciones de la gramínea y continúan plantando, mientras, en otras, el área destinada a ese cultivo pide canutos por seña.
Una gran verdad gravita sobre este asunto: si no hay caña, adiós zafra y adiós producción de azúcar (derivados incluidos). Y el ojo no se equivoca: el descenso de áreas plantadas ha sido brutal, marabú y palo blanco «se comen» campos enteros, abundan las plantaciones raquíticas y en muchas partes no hay indicios de retorno al esplendor que un día predominó.
No es ese el caso de la UBPC Guayos, ubicada a unos 11 kilómetros de la cabecera provincial espirituana, con cuyo aporte ha venido contando –seguro– el central Melanio Hernández: uno de los que mejor zafra sigue haciendo en el país, y único que logró cumplir su plan de producción de azúcar en la pasada contienda.
Si coincidimos con los pedagogos que sugieren no poner el ejemplo negativo, sino el positivo; o lo que es igual: decir mejor el modo correcto de hacer las cosas y no los errores e insuficiencias que impiden realizarlas, entonces resultará sensato exponer este diálogo breve con Oscar Enrique de la Cruz Coll, presidente de la mencionada UBPC, quien le ha dedicado toda su vida a la caña y a la industria azucarera en general, desde que se graduó de ingeniero agrónomo en 1984, tras responder a un llamado hecho por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
«Yo no sé lo que otros dejan de hacer para sembrar caña, cumplir sus planes y echar palante –afirma con la naturalidad del más campechano de todos sus trabajadores–; pero sí puedo decirte lo que hacemos nosotros: nos proponemos lograrlo. Si tú no te propones algo, nunca lo vas a alcanzar. Eso es válido para todo: para la siembra, la limpia, el corte…
«Este año nuestro plan era sembrar 156 hectáreas. Nos propusimos plantarlas y puedo decirte que desde mediados de noviembre lo cumplimos. De hecho, somos la UBPC que más caña ha sembrado en la Empresa Azucarera Melanio Hernández.
«De esa siembra no hemos perdido nada, se aprecia tremendo estado vegetativo, tenemos áreas que dan semilla y algunas, incluso, promedian más de 40-50 toneladas por hectárea. Eso nos asegura tener para el próximo año alrededor del doble de la caña que vamos a picar en esta zafra. O sea, un crecimiento del 90 %-100 %. Ya logramos detener el decrecimiento y para 2026 empezaremos a crecer.
¿Quién te ha sembrado esa caña?
Esa va por nuestros trabajadores. El 80 % de la tierra la preparamos nosotros, con nuestra maquinaria, con los recursos y los hierros que tenemos.
¿Cómo mantienen los equipos?
A pecho y pulmón; en nexo con formas no estatales de gestión, con facilidades de pago, pero sobre todo con mucha consagración e inventiva de nuestra propia gente. Por eso, de 13 tractores tenemos 11 activos, para ponerte un ejemplo.
Sé que tienes una fuerza de trabajo estable…
Así es. La gente se siente bien en la UBPC, ven ventajas, buena atención. El salario medio de los trabajadores que intervienen directamente en la siembra de caña no baja de los 30 000 pesos al mes. Durante la zafra hay quienes se montan en 50 000. Cuando tu tropa percibe en ingresos el resultado de su sacrificio, no te falla.
No basta con sembrar caña y sembrarla bien; se requieren otras cosas después, algunos recursos…
Fertilizante hace más de cuatro años que no recibimos. Trabajamos con bioproductos que, al menos, garantizan una mejor germinación y comportamiento de los tallos, y atenuar un poco los efectos de la sequía y que la planta asimile mejor los pocos nutrientes que quedan en el suelo.
¿Y contra la yerba?
Esa sí es más brava. Hay que trabajarla a nivel de cultivo. Hemos recibido algún herbicida para la caña nueva, pero ya después tiene que ser con los hierros y con fuerza manual.
Un consejo para quienes no acaban de encontrar la fórmula para sembrar en las complejas condiciones actuales.
Les sugiero que hagan lo único que hemos hecho nosotros: proponerte hacerlo, y ya. Tienes que preguntarte: ¿Puedo o no? Y si la respuesta es sí, olvídate de los pececitos de colores, porque lo que uno se propone hacer lo logra.
«Mira, ya nosotros definimos dónde vamos a sembrar la caña del año que viene, cómo vamos a preparar la tierra, en qué lugar lo haremos con tractores de goma o con esteras; ya tenemos definido el asunto de la semilla. Si no planificas y prevés, si no te anticipas, te come el león.
«Y es un trabajo de equipo. Cuando a mí no se me ocurre algo que sirva, se le ocurre a otro y entre todos sacamos la cuenta».
Tengo entendido que tus fuerzas de corte son todoterreno…
Lo son. En la última zafra cortamos 4 500 toneladas nuestras para el Melanio, pero nos movimos hacia otros frentes. En suelo villaclareño, por ejemplo, nuestros operadores mandaron para la industria más de 4 000 toneladas. Puedes hacerlo cuando tienes afilados los hierritos. Y eso repercute en los ingresos de tu gente, pero ayuda a la nación. Es también una forma de pensar y de actuar como país.
