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A 107 años de su natalicio, Tomás Álvarez de los Ríos nos sigue acompañando

El centenario del natalicio de Tomás Álvarez de los Ríos, celebrado en Guayos hace siete años, demostró que se necesita impulsar acciones para no perder lo que simboliza un hombre de aquel tiempo.

Tomás
Tomás Álvarez de los Ríos siempre fue una figura muy querida por su pueblo.

Por: Hugo Crespo Crespo

Fue el 28 de julio de 2018 cuando se cumplía el centenario de su natalicio,  que un grupo de coterráneos, a propuesta de la Unión de historiadores en Cabaiguán y la casa de cultura Elcire Pérez González de Guayos, se reunían en el referido local para rendir homenaje al Hombre de los refranes, al periodista, escritor  y combatiente, Tomás Nazario Álvarez de los Ríos.

En aquella ocasión,  voces autorizadas del pueblo de parrandas, estuvieron presentes para hablar de un hombre, al cual habían conocido y consideraban un gran amigo, un ferviente defensor de la historia y la cultura de su Guayos natal, una persona sencilla, incansable luchador por el mejoramiento humano y la justicia social.

El panel, integrado por José Ramón Crespo Jiménez, biógrafo de Tomás, María del Carmen Monteagudo, filóloga, asesora radial y escritora y Gabino Bejerano Bernal, combatiente y amigo personal del homenajeado, abordó por más de tres horas, la amplia y fecunda vida del autor de Las Farfanes, de Candelaria, de la novela ecologista Ramas, troncos y raíces  y Los triángulos del amor, así como del creador del único museo de refranes del mundo, situado en la Carretera Central, a la entrada de  Sancti Spiritus desde occidente, con más de cinco mil proverbios escritos en los ladrillos de las paredes de la propia vivienda.

Quien redacta este artículo y a su vez presidente de la Unión de historiadores de Cuba en Cabaiguán, impulsor de la propuesta de esta celebración y moderador del panel, quiso dejar bien definido los aspectos que hacen grande a este guayense, para que sea conocido y admirado por esta y otras  generaciones que deben beber del pasado para entender y mejorar el presente.

Los allí presentes, pudieron disfrutar de forma amena por estas voces autorizadas, la trayectoria de este simpático y auténtico creador, que supo en más de una ocasión poner en práctica su amor por el terruño con ejemplos que lo convirtieron en un hijo predilecto de este sitio del centro de Cuba.

En el amplio salón de la institución cultural, un público ávido por participar del coloquial encuentro. Leonardo Valdivia García, director del centro y organizador del certamen, con la capacidad que lo caracteriza, demostró una vez más que las pequeñas cosas, cuando se hacen con interés, producen grandes frutos y esto fue lo que se derivó del homenaje al prolífico escritor.

Dueños de un criterio firme y digno de escuchar acerca de Tomás, fueron los de la novia de Guayos, la poetisa Crucelia Hernández, quien con su elegancia y dulzura al hablar, colocó en mente de todos, los más hermosos epítetos, acerca de quien fuera su amigo en el ámbito literario y artístico.

Mario Ramón Rodríguez Valero, combatiente del territorio, alzó su voz para hablar acerca de un verdadero cubano que tuvo que abandonar su tierra por un tiempo, obligado por las cincunstancias de la lucha como parte del Movimiento 26 de Julio, quien tuvo que salir  exiliado hacia Venezuela, para depués regresar y continuar su obra en suelo patrio.

Damaris Rodríguez, conocida como La soñadora, fue otra de las intervenciones que demostró que la vida y obra de Tomás Álvarez  de los Ríos, es de vital importancia para Guayos y por ende para toda la región, por su impronta y altruísmo para con su pueblo. Damaris recordó los cuatro mil pesos que donó de los derechos de autor para la compra de los equipos de la  banda rítmica de la escuela ¨21 de Diciembre¨ que gracias a este gesto debutó el 31 de agosto de 1980.  De igual forma, esta defensora de la cultura guayense, hizo público su proyecto de reactivar el valle de La Fragua, un sitio de fuertes vínculos con Álvarez de los Ríos.

El centenario del natalicio de Tomás Álvarez de los Ríos, celebrado en Guayos hace siete años, demostró que se necesita impulsar acciones para no perder lo que simboliza un hombre de aquel tiempo, cómo se forjó desde su niñez ante las penurias de su tiempo, cómo arriesgó su vida y cómo trabajó en aras de ser últil para los demás.

Los sueños de Damaris, aún están sobre el lecho, la utopía no ha llegado a la realidad. El valle de La Fragua y otras altrnativas de esta activa promotora cultural deben cumplirse para colocar a un símbolo de esta tierra en el sitio que merece, un ser humano que nunca perdió la esencia de lo rural, lo criollo, las raíces campesinas y las marcas  que en su vida lo hicieron portador de un telento innato, referencia no solo para su Guayos, sino para Cuba.

Hoy, a 107 años de su natalicio, ocurrido el 28 de julio de 1918  y el 7 de noviembre de 2008, día de su fallecimiento, este símbolo de nuestra historia y cultura, debe ser recordado en varios sitios donde dejó su huella.

Guayos como plaza más amplia, no debe dejar morir su legado, sus obras literarias, su labor periodística y filantrópica, la Unión de Periodistas de Cuba, debe tenerlo como referente en esta provincia y en el país,  al igual que la Uneac en Sancti Spiritus, de la cual fue su primer presidente, cargo que desempeñó por ocho años, así como los que hoy tienen que cuidar, conservar y restaurar, sitios, monumentos y la arquitectura colonial espirituana, en honor a su legado como fundador en 1979 de la Comisión Provincial de Monumentos.

Recordar a este humilde guajiro guayense es traer el presente que fue el primer espirituano en recibir la Réplica del Machete de Máximo Gómez en ceremonia efectuada en Matanzas en 1996, de manos del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque y que en 2007 le fue otorgado el Premio de la Dignidad por parte de  la Unión de Periodistas de Cuba. Por ende, Tomás Álvarez de los Ríos, merece que las gestiones y propuestas de La soñadora, tengan su feliz término, para que muchos comprendan y conozcan que la grandeza de un hombre radica en su sencillez y en lo que sea capaz de perdurar aunque el tiempo y las circunstancias se opongan.

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