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A 95 años de su natalicio, Juana Mora González, sigue guiando a generaciones de pedagogos cabaiguanenses

Juana Mora González siempre será recordada por su amor incondicional hacia su profesión de ser maestra. En esta fecha, cuando se cumplen los 95 años de su natalicio, el pueblo de Cabaiguán la recuerda con mucho orgullo

Esta ejemplar mujer siempre estuvo vinculada al magisterio, una profesión que amó incondicionalmente.

Por: Hugo Crespo Crespo

El 24 de mayo de 2020 fue un día triste para el magisterio cabaiguanense y espirituano. Partió a la inmortalidad una mujer excepcional, una maestra que desde el norteño municipio de Yaguajay llegó a Cabaiguán para plantar simientes en esta tierra. La querida Juana Mora González.

A pocos dos meses de comenzar la Covid-19, los centros y aulas donde Juana dejó sus huellas en Cabaiguán, estaban cerrados, no se sentía la algarabía y corretear de sus inquietos estudiantes, pero a la vez la tristeza la matizaba la ausencia de una mujer que supo estar en algunos de ellos, desde la dirección, su presencia en las aulas y otros espacios, en especial de su querida escuela Tomás Pérez Castro,  donde supo dejar bien explícita su impronta  en esta profesión de infinito amor, como ella lo puso en práctica.

Cuando el calendario nos asoma entonces al 12 de julio, es deber recordarla en el día de su natalicio en 1930, en Iguará, donde cada institución docente de este territorio y otros de Cabaiguán, Meneses o de Yaguajay, pueden aun tenerla como ese motor impulsor y ejemplo para esta profesión.

De origen campesino Juana cursó sus primeros estudios en las escuelas públicas de la zona hasta alcanzar el sexto grado. Posteriormente matriculó en la escuela vocacional de Santa Clara donde permaneció tres años y se graduó de maestra hogarista.

Después de graduada, no tuvo ubicación laboral por no existir escuelas en la zona donde residía. Fue entonces que decidió dedicarse a dar clases particulares a un grupo de niños de la región.

Posteriormente llega José Ruíz Rodríguez a la alcaldía de Yaguajay, un representante del Partido Socialista Popular y es el momento que le piden a Juana trabajar en la zona de Itabo para atender a más de cuarenta niños. Ya desde los 18 años ella militaba en este Partido.

Fue perseguida por representantes del gobierno de Carlos Prío Socarrás en aquella zona, donde la conocían como la maestra moscovita, por el auge del comunismo a nivel internacional después de concluida la Segunda Guerra Mundial.

En cierta ocasión fue detenida en su propia escuela cuando impartía clases por el sargento Graverán y sus hombres, ubicado en el cuartel de Meneses, y es conducida a Santa Clara.

A los dos meses de estar detenida se le celebró el juicio en la Audiencia de esa ciudad donde tuvieron que asistir los cuarenta y dos alumnos y sus padres Juana fue condenada a seis meses de prisión y al cumplirlos se incorporó a la lucha clandestina.

En 1953 vino a vivir a Cabaiguán al quedar cesante de empleo, donde estableció una escuela particular la que fue allanada por la policía en varias ocasiones.

Después del triunfo de la Revolución continuó en la lucha al lado de las nuevas medidas que adoptaba el gobierno revolucionario. Su escuela fue nacionalizada y después pasó a trabajar en la escuela Noel Sancho, al año siguiente se trasladó para el centro Héroes de Girón, más tarde en el curso 1963 y 1964 fue nombrada directora de la escuela Luis Seijas, de ésta pasó al plantel Carlos Manuel de Céspedes y Simón Bolívar y en el curso 1971-1972, se inicia en Tomás Pérez Castro donde se jubila en 1988.

Juana Mora fue trabajadora de avanzada, Vanguardia Municipal, Provincial y Nacional, ostentó las Medallas Frank País, la distinción por la Educación Cubana, la de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, fue fundadora de Partido Comunista en Cabaiguán, de los CDR, La FMC y de las Milicias Nacionales Revolucionarias.

En 1982 fue estimulada con un automóvil y designada para participar con Fidel en la tribuna del Primero de Mayo a nivel nacional.

Hasta sus últimos momentos no le faltó el cariño y amor de su familia, el de sus vecinos, las lágrimas de muchos que conocieron de su bondad. Por eso en cada curso escolar te veremos irradiando aquella magistral manera de conducir el proceso enseñanza-aprendizaje que solo saben hacer los evangelios vivos.

Aquel día de mayo del 2020 despedimos de forma física no sólo a la maestra, a la combatiente, a la madre de familia, buena compañera y amiga, sino a alguien que a sus casi 90 años constituyó un ejemplo para las presentes y futuras generaciones. Una mujer quien supo que para alcanzar el éxito y el reconocimiento no se va por caminos llanos y que cuando se alcanza es deber supremo ponerlo al servicio de los demás. Tu  pueblo y quienes te conocimos, te recordaremos como aquella incansable pedagoga que educó e instruyó hasta el último aliento de su existencia.

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