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Alma de cubana

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Por: Daimet Sanz Rodríguez

Con 93 años, Alma Wrbe recuerda su aporte a la cultura cubana

Escondida entre cuatro paredes junto a su hermana en estos tiempos de pandemia, hundida entre las fotos y recuerdos de los momentos vividos, encontré a Alma Wrbe; una cubana que por el quehacer cultural y larga vida dedicada al arte, es considerada una personalidad de nuestra cultura en el municipio.

Al principio se muestra nerviosa, pero con mucho entusiasmo accede a darme esta entrevista, como para cerrar con broche de oro la presente Jornada por la Cultura Cubana.

Los primeros pasos

El 21 de enero de 1927, los vecinos de la calle Contreras, entre San Carlos y Domingo Mujica, en la ciudad de Matanzas; ven nacer a esta niña sin imaginarse cuánto haría por elevar la calidad de la cultura cubana. De pequeña asiste junto a su hermana a un colegio llamado Colonia Infantil, y es precisamente en el teatro Sauto con apenas cinco o seis años, cuando se presenta por primera vez; un coro la respalda mientras ella, hace evoluciones acompañada por una muñeca.

“Desde chiquita me gustó el arte, será porque me desenvolví en este ambiente, mi papá era poeta, periodista y juez, mi mamá pintora y escultora; en mi casa siempre las visitas que venían eran poetas, escritores, al parecer esta situación me ayuda”, apunta textualmente a esta reportera.

Pasaron los años y la familia decide mudarse para Guayos, un pequeño poblado en el centro de la Isla, donde la efervescencia cultural de aquella época se hace sentir, lo que facilita su rápida vinculación con la vida artística de la localidad. “En mi casa se creó un grupo de teatro y hacíamos tertulias. Me pasaba la vida cantando, y actuando en fiestas de la escuela y del pueblo, y en el año 1942 canté en el teatro Alcázar, donde me aplaudieron muchísimo. A partir de ahí fue que me empezó el bichito de cantar”.

Se pasa la mano por la cabeza, la tumba hacia un lado, una pausa prolongada marca el esfuerzo de Alma por recordar estos pasajes de la vida. Después de un regaño a Tribilín; retoma la conversación.

“Papá siempre fue un observador de mis cualidades para el canto, y por eso insistió que fuera a estudiar a la Academia de Matanzas, donde también se impartían las artes plásticas, pero no me gradué.

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