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Benedetti solidario y comprometido en tiempos de coronavirus

Por Hugo Rius *

Montevideo (Prensa Latina) Albacea potenciadora de la obra literaria del uruguayo Mario Benedetti, la Fundación que lleva su nombre realza el espíritu solidario y el compromiso social que le caracterizó, ahora en tiempos de coronavirus.

Fue así que de los recursos destinados para celebrar el centenario del prolífero autor, la entidad decidió crear el Fondo ‘100 años de Mario Benedetti’ en apoyo a escritores y escritoras afectados por la emergencia sanitaria y social de la Covid-19.

Para sustentar esa causa incuestionable recuerda que ‘no se puede entender al Uruguay sin las grandes voces de la literatura uruguaya, que han labrado su identidad, y sin las nuevas voces que continúan su configuración plural y profunda’.

Tal palmaria verdad lo confirma la trayectoria creadora de quien nació el 14 de septiembre de 1920 en una localidad llamada Paso de los Toros, que tiene bastante de lo real maravilloso latinoamericano, a orillas del inundable Río Negro, y una antigua y casi olvidada estación de trenes, que volverá a recuperar importancia con un nuevo trazado ferroviario desde la capital del país acordado en 2019.

Desde el departamento central Tacuarembó, donde su padre italiano se arruinó, la familia se trasladó a Montevideo y allí pasó adolescencia y juventud desempeñando labores tan distintas como las de recadero, empleado en una inmobiliaria, taquígrafo, funcionario público, y a la vez cristalizó el genio literario que lo situó en lo que se periodiza como generación de 1945.

A esa pléyade pertenecen los también notables Juan Carlos Onetti, Ida Vilariño e Ida Vitale y una decena más de escritores que marcaron un estelar momento de la cultura uruguaya, cuando el fenómeno del crecimiento de las ciudades , durante la primera mitad del siglo XX repercutió en la producción literaria y ellos influyeron en las siguientes generaciones.

La década de 1950 fue para Benedetti de intensa actividad intelectual: publica su primera novela Quien de nosotros, comienza a dirigir las páginas literarias del semanario Marcha, su influyente libro Poemas de la oficina y aparece su volumen de cuentos Montevideanos, pieza clave en la concepción urbana y ‘montevideana’ de su narrativa.

Al prodigioso decenio siguiente pertenecen sus más célebres y difundidas novelas La tregua (1960) y Gracias por el Fuego (1965) llevada posteriormente al cine, y el ensayo El país de la cola de paja sobre la crisis ética por la que atravesaba Uruguay lo que junto a su participación en el jurado del Premio Casa de las Américas y otros viajes literarios a Cuba dan cuenta de la estatura internacional que alcanzó.

Desde estos puntos de partida registrará en 1971 su actuación política más intensa en términos partidarios, al integrar la coalición de izquierda Frente Amplio en simultáneo con un despliegue de ejercicio periodístico crítico.

Dos años después su actividad y vida se ven sacudidas por un Golpe de Estado que instalará una larga dictadura de más de una década, que prohíbe la obra de Benedetti y lo obliga al destierro, al igual que a muchos de sus compatriotas.

Con la vuelta a la democracia participa en 1987 de la campaña para anular la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que consagra la impunidad de los crímenes de la dictadura y lo testimonia una foto con Eduardo Galeano en un acto de la Comisión pro Referéndum

revocatorio.

A esa actitud de compromiso evoca la Fundación Mario Benedetti para apelar al aporte de entidades públicas y privadas en favor del fondo de apoyo a creadores literarios que experimentaron las mayores dificultades para sustentar las familias a causa de la pandemia.

Estableció además un concurso de crítica literaria periodística, otro de ensayo de derechos humanos y liberó los derechos de autor de ‘Pedro y el Capitán’ para las solicitudes hechas en 2020, esta última medida en favor del mundo del teatro.

También invitó a participar del encuentro ‘mano a mano íntimo entre un escritor y su lector o lectora’ durante el confinamiento sanitario, en el criterio de que la literatura ‘permite conectarnos de mejor manera con la realidad’.

Otra repercusión paralela se evidenció en ocasión del Día Internacional del Libro, el 23 de abril, cuando la Red Nacional de Clubes de Lectura de Uruguay alentó una jornada virtual de intercambio entre lectores que su organizadora, Joanna Peluffo concibió encaminada a romper el aislamiento social leyendo a Benedetti en su centenario.

Para ello se eligió tres cuentos ‘Esa boca’, ‘Corazonada’ y ‘Los Pocillos’, todos del libro ‘Montevideanos’, disponible de manera gratuita en la biblioteca del Plan Ceibal uruguayo de extensión popular de la internet, para comentarlos en grupos de 20 a 25 personas.

‘No es nuevo decir que Benedetti ha sido un escritor de gran importancia transversal para la cultura del mundo’, afirma Peluffo, quien resaltó la ‘magia’ del uruguayo para mantenerse vigente en la actualidad, y que hace que ‘cuando estás pasando algo particular, definitivamente en tu cabeza resuena alguna historia (suya)’.

Merecedor de múltiples galardones académicos en Uruguay y otros países fue un fecundo y prolifero autor hasta su último libro de poesía ‘Tengo de uno mismo’ publicado en 2008, un años antes de fallecer en Montevideo, el 17 de mayo.

En su multifacética piel de destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico vibran particularmente las circunstancias políticas y vivenciales del exilio uruguayo y el regreso a casa, también agudas miradas de otras latitudes que provocan la búsqueda y disfrute de los textos emanados en estos tiempos de recogimientos a que impele la pandemia.

Un sitio digital explorado, recoge una selección de frases célebres, entre las cuales tal vez Benedetti elegiría dos en tiempos de Covid-19:

1.- Me gustaría que estuvieras aquí conmigo, o yo allá contigo, o que estuviéramos juntos en cualquier lugar.

2-Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas.

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