sábado, abril 20El Sonido de la Comunidad

Cabaiguanenses entre los 35 de Buenavista

En mayo de 1957 el M-26-7 activó sus fuerzas y a Cienfuegos llegaron compañeros de otros municipios de Las Villas, entre ellos 6 cabaiguanenses que se alojan en un apartamento del reparto Buenavista

Buenavista
En la imagen algunos de los 35 de Buenavista.

Por: Daisy Martín Ciriano

El año 1957 es considerado por muchos investigadores locales como el de mayor actividad clandestina en Cabaiguán.  Dentro de esta etapa se produjo el estallido de dos acciones armadas en las que participaron varios revolucionarios cabaiguanenses.

El levantamiento armado del 5 de septiembre en Cienfuegos, tuvo sus antecedentes más directos en los planes de realizarlo en la primera quincena de abril y luego en la segunda de mayo del propio año, propósito que se frustró al ser detenidos en una casa del reparto Buenavista, 35 complotados procedentes de diferentes partes de la antigua provincia de Las Villas.

Los jóvenes que aceptaron la misión de ir a Cienfuegos estaban conscientes del peligro al que se exponían ya que sabían que era una operación militar importante, conocían además que el viaje podía ser sin retorno. Con anterioridad habían recibido instrucciones de Faustino Pérez, de Félix Hurtado y de Julio Náter.

A pesar de las medidas tomadas, los revolucionarios reunidos en la casa  de Buenavista, cometieron indiscreciones que llamaron la atención.

Entre los capturados durante la noche del 28 de mayo de 1957 en Buenavista, figuraron seis combatientes enviados por la dirección del Movimiento 26 de Julio de Cabaiguán: Roberto Paz Sánchez, Diego Viera Díaz, Oscar Alfonzo Carrillo, Guillermo Verdecia Álvarez, Eladio Pérez León y Félix Hurtado Manso. Este grupo fue trasladado por Ángel Mendosa Haza y Nildo Nodarse Pérez, dos choferes de plena confianza para el movimiento. 

Los 35 de Buenavista, como se les denominó, apenas contaban con un arma corta en el momento de la detención, la dictadura trató de arrancarles informaciones a los prisioneros a través de golpizas y torturas. Pero ninguno habló. La “conspiración del silencio” permitió la posterior insurrección de la Perla Sureña el 5 de septiembre de 1957. Hoy, en Santa Clara aún vive Eladio Pérez León, uno de los cabaiguanenses complotados ese día.

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