Con apenas 16 años de edad Elcire Valentín Pérez González organizó en Guayos las células revolucionarias del 26 de Julio y fue su primer jefe clandestino, orientado por el propio Faustino Pérez Hernández

Por: Hugo Crespo Crespo
Elcire Valentín Pérez González, joven guayense, asesinado por sicarios de la tiranía batistiana, el 14 de marzo de 1958 en La Habana, antes de cumplir 20 años, es recordado en su pueblo natal de Guayos, cada 16 de diciembre, fecha de su natalicio en 1938.
En su casa natal convertida en museo, se reúnen cada año combatientes, estudiantes, trabajadores, compañeros de lucha de Elcire y el pueblo guayense para rendir homenaje al querido Yiyo.
Aunque era hijo de César y Nila, sus padres de crianza, fueron Ismael y Teodora, dos ancianos que él quería entrañablemente, quienes brindaron todo su apoyo y cariño, como si fuera un hijo de verdad.
A los tres años comenzó su vida escolar y al concluir la enseñanza primaria, cursa estudios en centros de la ciudad Sancti Spiritus donde se destaca en varios cargos.
En cierta ocasión así lo recordó su amigo y compañero de lucha Mario Ramón Rodríguez Valero. El 28 de enero de 1953, al cumplirse el centenario del Apóstol, Elcire aún no había cumplido 15 años. No obstante organiza al estudiantado espirituano en un desfile por las calles de la ciudad del Yayabo como homenaje al mártir de Dos Ríos llevando cada estudiante lazos negros y pensamientos de Martí, en pancartas. La dictadura disolvió el desfile violentamente recibiendo Elcire fuerte paliza.
En Elcire, alega Mario, estaba la capacidad del joven visionario, que en él se podía apreciar amplia y plenamente la decisión de lo mejor de la juventud de aquel entonces. Pudiéramos decir sin temor a equivocarnos que si Elcire no hubiese caído en la lucha, fuera una figura de alto relieve en nuestra Revolución.
Con apenas 16 años de edad, organizó en este pueblo de Guayos, las células revolucionarias del 26 de Julio y fue su primer jefe clandestino, orientado por el propio Faustino Pérez Hernández.
Joven valiente, decidido y organizado que en más de una ocasión demostró su capacidad organizativa, de decisión de lucha y de que había que juntarse, organizarse y unirse para salir adelante.
Elcire tenía la gran virtud, que mientras los politiqueros buscaban la solución por la vía pacífica y la politiquería, él estaba amplia y claramente decidido de que la solución de este pueblo era la lucha insurreccional y la lucha armada por la toma del poder.
Siendo prácticamente un niño, tenía esa visión de futuro y sentido de la responsabilidad, organización y desarrollo de la lucha revolucionaria en este pueblo guayense, afirmó Rodríguez Valero.
Elcire se salía del marco de lucha estudiantil y lograba enrolarse alrededor de los sectores obreros y de los campesinos, para aglutinarlos en la lucha, y no solo eso, sino que lograba establecer amplios contactos con los compañeros del municipio de Cabaiguán, de Sancti Spíritus, de Zaza del Medio, Jatibonico y otros territorios.
Al evocarlo, el también combatiente ya fallecido Mario Ramón Rodríguez Valero, alegó que el joven Elcire era delgado, que regularmente usaba camisas mangas largas o guayaberas, sencillo, pausado, pero muy decidido.
Elcire, supo ser capaz de lograr con una juventud extraordinariamente manifiesta en él, que se tuviera absoluta confianza en su decisión y en su nivel de organización, hasta que tiene que trasladarse desde estos territorios hasta la ciudad de La Habana.
En la capital de país desarrolla importantes acciones dirigidas por el Movimiento 26 de Julio.
Estando preso, fue capaz de ser un digno representante de los revolucionarios de este país. Allí supo enfrentarse a los tiranos en aquel entonces y comportarse como un verdadero hombre digno, de grandes valores y firmeza revolucionaria.
Una prueba fehaciente de los avanzados pensamientos e ideales de Elcire a pesar de su juventud fue su carta testamento, escrita desde el Castillo del Príncipe en La Habana, el 4 de febrero de 1958 donde estaba preso. La misma plantea:
Hoy llevo en el presidio alrededor de dos meses y diez días. La Historia de todos estos días es algo que jamás podré olvidar, a pesar de mi corta edad, pues tengo 19 años, no es la primera vez que estoy preso pero este ha sido la más dura y larga de las prisiones, nunca antes me había visto sometido a las torturas de los esbirros como esta vez cobardemente delatado por un señor que no tenía el más mínimo pudor y vergüenza y que junto conmigo delató una gran cantidad de compañeros que cayeron presos en distintas circunstancias y lugares.
Junto conmigo cayó preso un hombre a quien creí amigo, pero cuando llegó a la estación se transformó en un miserable delator que hoy es otro esbirro más de la dictadura. Mi situación en la Quinta Estación fue terrible debido a estas constantes acusaciones de estos dos señores que me acusaban de saber cosas relativas al movimiento 26 de julio, etc.
Quien no haya caído preso en circunstancias como la mía no podrá comprender lo que significa resistir, cuando antiguos compañeros en los grupos de los esbirros le hablaban a uno a uno de cosas ciertas que ellos saben o como son.
No me queda otro remedio que admitir sus acusaciones, el negarlo resulta inútil, ya que estaban descubiertos y solo conseguiría más golpes sin objetivo alguno.
Once días resultó mi estancia en la Quinta Estación, al cabo de los cuales fui remitido al Castillo del Príncipe (Vivac) donde todavía me encuentro. Soy un joven preocupado por los destinos nacionales, la única ambición que tengo es la de continuar mis estudios interrumpidos, después que se haya logrado el derrocamiento de la dictadura y la instauración en el poder de un Gobierno que se encause de los destinos nacionales hacia la meta de independencia nacional, democracia y justicia social. También aspiro como todo joven a un hogar, tener hijos, y vivir decorosamente.
Tengo a dos viejitos a quienes quiero con todas las fuerzas de mi alma y que constituyen mi mayor preocupación en estos momentos, pues pienso si no será demasiado tarde para ayudarlos, cuando esto haya terminado. Siento bullir en mi mente mil pensamientos diversos. Yo tengo ansias de perfección y cultura. Todos somos imperfectos, todos tenemos defectos, todos cometemos errores.
El subsanar mis errores, el perfeccionamiento de ser mejor, cultivar mi mente y elevar mi espíritu con mis aspiraciones individuales. Quisiera ser escritor para poder expresar con brillantes pensamientos todas mis ideas.
Del mundo de la idea, de la forma hay un abismo que solo puede elevarlo la palabra, dijo Bécquer… y yo me confieso incapaz de poder salvar este abismo cabalmente. Sin embargo escribo para tratar de desahogar mi alma, como un escape de mis pensamientos, aunque lo haga mal, pues no escribo para nadie.
Madre, nombre sagrado. Yo tengo el orgullo de tener dos madres sobre una de ellas quiero escribir. La que me crió, la que ninguna obligación hacia mí tenía y todo me lo ha dado. La que todo amor tiene en su alma. La que ha sabido perdonarme todos mis defectos y malacrianzas, a que nunca me ha abandonado y siempre ha venido a mi lado en todas las circunstancias difíciles de mi vida. La que más ha sufrido por mis prisiones. Cuando mi madre verdadera estaba encinta de mí fu a dar a luz a su casa. Allí nací, me crió y ese hogar s para mí motivo de mis dulces recuerdos de mi infancia y mis primeros días de juventud.
Hace poco más de un año que en él no puedo vivir debido a la persecución a que estaba sometido en el pueblo natal. El día que pueda regresar allá sin nada que temer ese será el día más feliz de mi vida. Mi mayor aspiración después del derrocamiento de la tiranía es recompensar a esos viejitos, dándoles el calor de mi cariño, por los días que le quedan en esta tierra de sufrimiento y dolores y no separarme más de ellos.