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Calle Valle de Cabaiguán… ¿Una pista para motos?

Hace muy poco tiempo, Cabaiguán conoció del fallecimiento de un joven a causa de un accidente en una carrera de motos, que si bien no tuvo como escenario las carreteras de este pedazo de Cuba, sí conmocionó este municipio porque casi todos conocían al fallecido y a su familia

Por: Lillipsy Bello Cancio

Un nuevo fenómeno atenta desde hace algún tiempo, no solo contra la tranquilidad de los habitantes de la avenida Sergio Soto de Cabaiguán, sino que  amenaza la vida nuestros jóvenes y quebranta más de una norma legal: las carreras de motos.

Acercarnos a esta realidad nos permitió descubrir a propietarios de motos de diversos tipos, siempre dispuestos a dejar, literalmente, el “pellejo” en la carretera, (no podemos asegurar que a cambio de dinero) pero sí por  una distintiva descarga de adrenalina.

Hace muy poco tiempo, Cabaiguán conoció del fallecimiento de un joven a causa de un accidente en una carrera de motos, que si bien no tuvo como escenario las carreteras de este pedazo de Cuba, sí conmocionó este municipio porque casi todos conocían al fallecido y a su familia.   

Escudriñando historias, escuchando a quienes se dedican a este sui géneris “hobby” cualquiera puede sorprenderse al constatar que los que  corren sí piensan en las consecuencias, pero al igual que los fumadores, quienes saben sobre el cigarro y el cáncer, y a pesar de ello fuman, los motoristas conocen a mucha gente que han muerto en carreras y accidentes, pero, es lo que les gusta y lo siguen haciendo.

Y quizás alguno de estos fanáticos pueda pensar al escuchar este comentario “¡Es mi vida y yo hago con ella lo que quiera!”… y de alguna forma, cierta lógica pudiera respaldar semejante análisis, pero el caso es que, más allá de las molestias que causan a los vecinos de la arteria donde hoy se reúnen estos jóvenes para practicar su actividad, lo que quizás no sepan es que las carreras ilegales de motos son infracciones al Código de Seguridad Vial de este país y pueden provocar la aplicación de multas a los conductores y propietarios, e incluso el decomiso de los vehículos involucrados.

De hecho, el artículo 28 de la Ley 109 del Código de Seguridad Vial, establece que: “ante la detección por la autoridad competente de vehículos involucrados en competencias de velocidad no autorizadas por el Ministerio del Interior, el conductor infractor con el vehículo, es trasladado a la Estación de la Policía Nacional Revolucionaria más cercana para adoptar las medidas a imponer”.

Asimismo, el artículo 108 prohíbe establecer competencias de velocidad en la vía, excepto en los casos autorizados por el Ministerio del Interior y el 126 establece como límites generales de velocidad los 50 kilómetros por hora en vías urbanas, para todos los vehículos de motor. Esto, sin contar que, una vez advertidos, pueden caer en los delitos de desacato o desobediencia. 

Pero, lo más triste es que ni estas medidas han llevado a los corredores a ser más sutiles a la hora de elegir los lugares y horarios para realizar los “encuentros”: la avenida Sergio soto es hoy el escenario en el que comienzan a reunirse pasadas las diez de la noche para, ir “calentando motores” que una vez entrada la madrugada salen “volando” como si, más que llegar, no quisieran alcanzar nunca la meta final.

¿Qué pasa por la mente de un joven que decide arriesgar su vida en una carrera de motos a toda velocidad? ¿Acaso es consciente del peligro al que se expone? Responder la interrogante es difícil. Más lo es aún imaginar el dolor de una familia, de una madre cuando recibe la noticia de que su hijo tuvo un accidente de este tipo… no importa que no muera, no importa que se salve… ¡Lo que se siente en ese momento no lo olvidará jamás! Si el desenlace es fatal… bueno, pues ya sabemos lo que sucede.  

Lo cierto es que, más allá del poder adquisitivo de quienes practican esta ilegalidad, de su carácter rebelde y sus necesidades insatisfechas en algún momento, de su egocentrismo perenne o la marginalidad de su origen, las carreras ilegales de moto implican delito y riesgo para la vida. No por capricho de nadie están prohibidas por el MININT: el índice de accidentalidad que exhiben y la ilegalidad que entrañan, (pues para nadie es un secreto que las apuestas incluyen grandes sumas de dinero), respaldan la decisión. Y aunque prohibir no es siempre una solución salomónica, aunque más que encontrar porqués debemos encontrar soluciones, lo que urge ahora mismo en la calle Valle de Cabaiguán es una intervención urgente… por la tranquilidad de los vecinos y la vida de nuestros jóvenes.

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