
El guardián de las casas de tabaco
Las manos de Félix Cabrera Concepción parecen cinceladas por la madera. Anchas, curtidas, con las uñas gastadas de tanto serrucho y martillo, cuentan más que él mismo. Y es que este carpintero del municipio espirituano de Cabaiguán habla poco o casi nada porque deja que el tiempo y las tablas se expresen por él.
A sus 70 años, todavía se encarama en las vigas con la agilidad de un muchacho. Los pies descalzos tantean la madera como quien conoce a ciegas el camino. Lo hace con una confianza aprendida durante más de medio siglo, cuando empezó a levantar casas de tabaco y descubrió que en cada puntal erguido iba también su vida. “Solo una vez me caí”, recuerda sin dramatismos, como si aquello de desplomarse desde lo alto hubiera sido una travesura más de juventud.
Los suyos llevan t...