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Dador Teatro cuenta: Una historia de burros

Defendida con ternura y oficio, la obra, Una historia de burros contada por Dador Teatro, se revela como un espectáculo para disfrutar, llamado a crecer, pero bien concebido en su planteamiento general.

Dador Teatro, grupo dramático fundado en el año 2004 en Sancti Spíritus por el poeta y dramaturgo Gustavo Ramos, radica desde el 2015 en la ciudad de Trinidad, donde ha redireccionado sus conceptos de labor. Desde que el actor Fernando Miguel Gómez, egresado de la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo, de Santa Clara, tomara el liderazgo del grupo, ha encauzado su creación hacia el teatro para niños.

Teatro Dador entroniza sus ideas en una sala de video convertida en una especie de sala teatral alternativa, enclavada en La Purísima, un reparto del sureño territorio declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Allí Fernando y su equipo han llevado a escena varios espectáculos dirigidos al público infantil, en los que combinan orgánicamente la técnica del clown y el teatro de figuras: una suerte de actualización de estas dos modalidades escénicas. Por cierto, lo han hecho con innegable decoro.    

Si miramos el recorrido reciente del grupo, localizamos que en el 2017 vio la luz la obra El currículum, versión sobre el texto de Ramón Silverio, dirigido al público adulto. Este unipersonal dejó ver las cualidades histriónicas de la joven actriz Mirielsi de las Mercedes Valdés Cuevas, su vis cómica y perfecta armonía interpretativa, su gracia y su voz, todo un espectro caracterizador para un personaje lleno de festividad y tristeza subyacente.

En agosto del 2019 estrenan Historia de burros, una puesta en escena que sufría en aquella ocasión las tensiones inherentes de un espectáculo concebido para una sala teatral, ahora expuesto a la intemperie del bulevar de Sancti Spíritus. No obstante, Historia de burros y Dador Teatro vislumbraban un camino de gracia. Este texto, ya un clásico del repertorio titiritero de la isla, firmado originalmente por el maestro René Fernández Santana, director de Teatro Papalote, y a su vez versionado por Rubén Darío Salazar —ambos Premio Nacional de Teatro—, ofrece una gama infinita de posibilidades de interpretación, toda vez que bebe de las características inherentes del teatro de Cachiporra, de Javier Villafañe y de Federico García Lorca.

El texto, usado como plataforma de despegue para la joven agrupación espirituana, contiene cualidades merecedoras de ser explotadas a nivel escénico: el factor sorpresa, la potenciación de la acción por encima de la palabra escrita, el uso de composiciones estróficas de la lengua española, así como el sentido del humor y la sencillez de la fábula expuesta, desde donde emerge con nitidez la moraleja del argumento.

En las hábiles manos de Fernando Miguel Gómez, quien funge como actor y director de la puesta en escena, y de la actriz Nurialis Marcote Pineda, el texto titiritero gana ventaja: la puesta queda a la zaga de la sorpresa y de soluciones de corte alegórico que devienen soluciones naturales de un tipo de espectáculo titiritero como el que nos ocupa. El producto artístico entregado por Dador Teatro resulta fresco, límpido, sincero, orgánico, defendido con denuedo por los actores, quienes ostentan excelentes voces y exquisita dicción, además de dominio del espacio y expresión corporal.

Destaca, de igual manera, el diseño y atrezo general de la puesta a cargo de Ismaray Santiesteban y Oriesky González, así como el vestuario, responsabilidad de Magalis Ramírez Placeres. Por su parte, considero que por momentos la banda sonora, concebida por Fernando, debe ganar en dinamismo y constituir arquitectura espectacular, digamos que existe un planteamiento que espera ser explotado a su máxima expresión.

Historia de burros es un espectáculo para disfrutar, defendido con ternura y oficio, llamado a crecer, pero bien concebido en su planteamiento general. Esta agrupación tiene en el teatro para niños su aspiración, muchas motivaciones y goce estético, y perfila la dramaturgia titiritera de la isla como materia prima esencial.

Ahora el equipo trinitario se sumerge en una obra de Cristian Medina titulada Pico sucio, la cual ofrece un gramaje de sensaciones y posibilidades expresivas de alto vuelo; y estoy seguro de que el joven director Fernando Miguel Gómez sabrá desandar con tino este hermoso texto, como parte de su constante búsqueda de ese vuelo.

Tomado de Escambray.

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