lunes, diciembre 9El Sonido de la Comunidad
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Diana Martín, primera cabaiguanense delegada al Congreso Latinoamericano de Mujeres en Chile, 1959

Nunca imaginamos los trabajadores de La Voz de Cabaiguán que cuando celebramos nuestro 15 aniversario,  al entregarle un reconocimiento a una destacada oyente en el día de su cumpleaños 85 en la gala del pasado 4 de septiembre, estábamos homenajeando también a la primera fémina cabaiguanense que participó en el Primer Congreso Latinoamericano de Mujeres celebrado en Chile desde el 17 y hasta el 22 de noviembre de 1959.

Algo en ella me llamó la atención, su forma erguida a pesar de sus ocho décadas de vida, la manera  de expresarse con coherencia y lenguaje refinado y su elegante porte, matizado por la pureza de sus canas. Unido a ello, su conversación en nuestros espacios cuando participa en las preguntas o temas radiados, colmó mi curiosidad y de repente mi memoria se hizo eco de un nombre que en algún sitio había escuchado; y era evidente, este aparecía en una investigación histórica que concluí en días recientes. Allí entonces como si alguien me condujera por las páginas del futuro libro, encontré que era Diana Martín Cáceres, una cabaiguanense hija de  padre canario y madre cubana que por azar  del destino cruzó el Atlántico en el vientre materno para nacer en esta tierra de  historias y leyendas en 1934.

De familia humilde, quien conoció los desmanes de la sociedad neocolonial y las políticas migratorias, Diana tuvo en su prole que lamentar la pérdida de una hermana  y disímiles dificultades económicas; no  obstante recibió una educación basada en altos valores transmitidos por sus progenitores, que a pesar de no poseer títulos académicos amaban y practicaban algunas manifestaciones del arte, sobre todo principios y normas de convivencia que se ha podido conservar a través del tiempo, hecho que podemos comprobar con solo escucharla.

A inicios de noviembre de 1959 con una Revolución incipiente en Cuba, llega la selección de Diana en la otrora fábrica de tabacos torcidos “Bauzá”, hoy “Alfredo López Brito”,  donde laboraba,  para participar en un Congreso en Chile, tenía solo 21 años de edad. Junto a ella otras representantes de Yaguajay y Ranchuelo fueron las elegidas por la antigua provincia de Las Villas, quienes partieron rumbo al país suramericano formando parte de la delegación integrada por  77 cubanas dirigidas por Vilma Espín y Aleida March.

De esta experiencia a Diana se le comprueba el palpitar de su voz y el  brillo en sus ojos al verse durante 6 días en un sitio tan alejado de su Cabaiguán querido,  pero ella con firmeza cuenta de la importancia de este encuentro, de las atenciones, del comportamiento de Vilma y Aleida con todas las delegadas,  sin distinción de cargos o trayectoria, “parecía que nos conocíamos hacía mucho tiempo”, nos cuenta emocionada.

Allí se habló de temas trascendentales de las mujeres en el mundo, víctimas del maltrato, asesinatos, violaciones, despidos laborales, desempleo, discriminación y otras calamidades que ya en Cuba comenzaban  a desaparecer desde  enero de 1959, aspecto que fue expuesto por las representantes de la mayor de las Antillas en esta cita continental, cuando solo habían transcurrido 11 meses de la derrota de la dictadura de Fulgencio Batista por las fuerzas del Ejército Rebelde, dirigidas  por Fidel, unido a otras organizaciones revolucionarias y el pueblo.

Hoy la protagonista de esta historia a sus 85 primaveras recuerda este acontecimiento y la impronta que dejó en su vida, en sus familiares y en su pueblo. Inspirada en aquellos días inolvidables llega a su mente la imagen de la eterna Vilma, su vocación humanista, su sencillez, su compañerismo, su verbo firme y consecuente  para defender desde las tribunas universales,  las justas y nobles causas de los pobres de la tierra, en especial a las mujeres, niñas, niños, jóvenes y todo ser humano que carezca de derechos; obra que en la actualidad ha llegado a altos logros en Cuba, gracias a la presidenta eterna de la FMC  y a la Revolución que ayudó a forjar.

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