viernes, agosto 1El Sonido de la Comunidad

El otrora Club Siboney de Cabaiguán

El Club Siboney de Cabaiguán tiene una historia cultural digna de admirar en el que participaron agrupaciones de renombre nacional e internacional

Este sitio constituyó una excelente propuesta cultural para compartir entre familiares y amigos.

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano

Muchos recuerdos traen a los que peinan algunas canas, las visitas dominicales al Club Siboney de Cabaiguán en la década de finales de los años 70 y parte de los 80.

Por aquel tiempo funcionaba a plenitud el restaurant, el viejo salón de baile, con su techo de guano y  el área bailable y festiva del lateral. Por aquel área desfilaron notables figuras de la música cubana y otros representantes locales. Entre los nacionales se recuerda en 1978 la actuación del bolerista Roberto Sánchez, también se presentó Annia Linares, Celeste Mendoza, orquesta Maravillas de Florida, entre otras, incluyendo a los Fratelos, un grupo musical que amenizaba con mucha frecuencia la matiné del ranchón, alternando con Los Dandy y otros grupos locales.

Mucho se recuerda la disciplina y respeto de los trabajadores de aquellas áreas de servicios en el restaurant, destacando a algunos como Enrique de la Cruz, Irán López, Freddy García Trujillo, Miriam Calvo, Milagros Gómez Cusi, y el capitán de salón Rogelito Pérez, entre otros. Hay que destacar que sus directivos se esforzaban en garantizar, desde días antes, los elementos adecuados para los almuerzos y comidas, así como de los artistas que se presentaban en el bailable dominical o en los sábados. Aquella música se escuchaba desde el poblado, como si los micrófonos fueran instalados muy cerquita. 

¡Y qué decir de la idea de construir el zoológico con diferentes animalitos!  Desde un mono, palomitas, perdices y jicoteas, que hacían la atracción de los infantes. El área de recreo se extendía bajo la mirada el gigantesco Elpidio Valdés y bien se recuerda todavía las canaletas, la estrella, barquitos dentro de una charca, y hasta un cocodrilo que había en aquella área.

Si bien el traslado del parque infantil para el área del viejo parque Serafín Sánchez, fue un acierto al acercar a los niños al recreo, se perdió mucho en espacio y se separó un poco la unión familiar que se completaba entre padres y niños recreándose por igual, unos en el club en las mañanas dominicales y los niños en el parque infantil o paseando en los pequeños caballitos. Lo cierto es que esta etapa fue muy pródiga en distracción y entretenimiento y que dejó profundas huellas en quienes disfrutaron de una forma u otra de estas distracciones. Hoy se hace necesario recopilar un tanto más de esta historia, por lo hermosa y lo que significó como elemento de distracción en los cabaiguanenses. 

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