En Cabaiguán existen varias instituciones que son referencia en cuanto a tenencias de libros, revistas, periódicos y folletos para cualquier grupo etario que lo necesite

Por: Hugo Crespo Crespo
Es innegable el potencial de conocimientos que se encuentra al alcance de todos los cabaiguanenses en las bibliotecas públicas y escolares y en lo personal en algunos promotores, quienes desde de varias instancias del municipio han escalado hasta el premio nacional es este ámbito.
En Cabaiguán existen varias instituciones que son referencia en cuanto a tenencias de libros, revistas, periódicos y folletos para cualquier grupo etario que lo necesite. De esta forma podemos mencionar a la Biblioteca Pública Beremundo Paz de la cabecera municipal, la Ramón Balboa Monzón de Guayos, el Centro de Documentación ubicado en la otrora Filial, las bibliotecas escolares y las salas de lectura de Las Minas y Santa Lucía.
Cada una de estas instituciones promueve la lectura mediante diferentes actividades y préstamos internos y externos, lo cual posibilita la búsqueda de información científica, para recrearse, para informarse o realizar tareas, según la necesidad del lector.
Además de ser un lugar donde varios escritores e investigadores del terruño han hecho posible la existencia de la literatura local, estos centros de la cultura, cuentan con una amplia gama de títulos de carácter internacional y nacional, agrupados en estantes por diferentes materias y autores.
En Cabaiguán a la par con estos centros, existen otros homólogos, donde se destacan importantes promotores de la lectura quienes desde sus aulas hacen posible que el mundo de los libros continúe siendo una opción que no pierda la importancia que esta representa.
También mediante la Asociación de Bibliotecarios de Cuba (ASCUBI) en el territorio, se han logrado importantes premios a nivel nacional en este ámbito de la promoción de la lectura y otros que han sido acreedores de la medalla Antonio Bachiller y Morales.
Es cierto que en la actualidad cuando se impone la tecnología, estos templos del conocimiento no tienen el dinamismo que poseían en otras décadas. El uso del celular y las redes sociales digitales, han provocado que la literatura impresa sea relegada a planos inferiores.
Cada año en el país se dedican millonarias sumas de dinero a las publicaciones impresas y las ferias del libro llenan espacios de plazas, calles y construcciones asignadas, desde la capital del país, hasta lo más intrincado de la montaña de cada territorio.
Allí se observa que cubanas y cubanos, van en búsqueda de algunos títulos preferidos. Niños, adolescentes, jóvenes y adultos, seleccionan según edades y preferencias los ejemplares a adquirir; los llevan a casa y es donde entonces quizás, comience la interacción entre libro y lector, pero la vida ha demostrado que muchos van a parar a estantes, libreros u otras posiciones en el hogar, esperando que sus hojas sean abiertas y su contenido llegue a alimentar el alma de quien lo trajo desde aquel sitio. Es entonces que se impone la bibliomanía.
Y así sucede. Son pocos los que se ven en parques, campismos, playas, u ómnibus, leyendo un texto, cuestión que para muchos en el mundo es una distracción habitual. En Cuba, el celular ha llegado con una fuerza descomunal, donde las plataformas y redes digitales ya suman otra parte esencial del cuerpo humano, junto cabeza, tronco y extremidades, sin tener en cuenta las consecuencias negativas que puede provocar el exceso como todo lo que traspase la medida.
No obstante, hay sitios donde aun se lee la literatura impresa, pero todo depende de la persona que esté entre ese libro y el lector. Sin lugar a dudas es el bibliotecario, bibliotecaria, promotor, el maestro o la propia familia, quien debe seguir dándole la importancia y realizando de forma novedosa las actividades que conlleven a mantener este interés por la lectura, e incluso sin despreciar una forma u otra, pero tomando la importancia tanto de los libros impresos como las nuevas tecnologías, sus ventajas y desventajas.
A pesar de los detrimentos actuales de la lectura, el libro impreso, escrito por especialistas en cada materia, sigue siendo una herramienta para la autosuperación y el autoaprendizaje, elemento básico para la obtención del conocimiento en la nueva sociedad y para el crecimiento del individuo como persona y ser humano.
El uso de un celular o computadora conectada a Internet, también aporta valiosos conocimientos, más fácil para muchos, pero en ocasiones consultar la ECURED o Wikipedia u otras plataformas, sin previa revisión por un especialista, puede ocasionar distorsiones en la obtención de la verdad que se persigue encontrar en el contenido deseado o podemos cometer errores que después pesan en nuestro propósito final, ya que artículos y opiniones, pueden ser diversos, en lo cual quien escribe, a veces no es experto en la materia a consultar o se niega lo que otros han elaborado. En esto, hay que dominar bien lo que se lee y para qué, es decir, cuál es tu objetivo.
Cabaiguán, no está ajeno a esta situación del poco interés lector a pesar del potencial con el que se cuenta en centros educacionales y bibliotecas, pero no se sabe aprovechar por parte del promotor en el empleo de actividades novedosas que motiven a los usuarios, ya sean estudiantes o trabajadores. Es usual ver cómo estas instituciones adolecen de público y del dinamismo que pueden ofrecer.
Es por ello que no basta con poseer dos excelentes bibliotecas públicas, salas de lecturas, un centro de información y una red de bibliotecas si no emplean correctos métodos para que libros, revistas y periódicos puedan ser empleados por los lectores.
En los talleres de promoción de lectura de la biblioteca Beremundo Paz, cada año se plasman en excelentes ponencias, el quehacer de bibliotecarios, bibliotecarias y promotores, experiencias que evidencian las actividades que se pueden poner en práctica para que no disminuya el interés y hábito por la lectura.
Nombres como Ada Lilia Alvarez Armas, Sara Hernández León, María Esther Hernández Broche, Hilda Acosta, Mayra Torres, Ania Yunior Rodríguez, Dulce María Rivero, Misaida Pontigo, Marbelis Rodríguez Mesa, Nilda Hernández Rodríguez, Dayana Pajón, Valentina Ricardo González, Rosa Castañeda Portal, Maribel Pérez Jiménez, Rita María Peña, Danny Cancio Cuéllar, Isabel Lorenzo Flores, María del Carmen Conde Rodríguez, y Alberto Álvarez Garriga, entre otros, son ejemplos reales del camino que trazó Bachiller y Morales.
Desde cada uno de sus puestos de labor, estos profesionales y otros que se han jubilado, o de forma física no están en estos sitios, han puesto en práctica, los más valiosos métodos para que la lectura tenga las motivaciones necesarias para cautivar a los más disímiles grupos etarios con los cuales han laborado durante su vida.
Hoy muchos siguen el camino trazado, otros han dejado su huella, pero sea la lectura impresa o digital, siempre bienvenida, que forme mediante su entrega a hombres y mujeres con conocimientos y valores, y que desde las páginas de un buen libro o de otra herramienta literaria, llegue a la mente de quien la emplee, para alimentar su espíritu y sed de conocimientos, en búsqueda del mejoramiento humano.