sábado, abril 27El Sonido de la Comunidad
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Fidel, mi Comandante insurrecto

Hace hoy siete años que el pueblo de Cabaiguán lloró a su Comandante Eterno Fidel Castro cuando el paso de la caravana con sus cenizas transitaba por este pedazo de Cuba

Fidel
Hoy hace siete años del paso de las cenizas de Nuestro Comandante Fidel por Cabaiguán en ese viaje eterno hacia la Inmortalidad.

Por: Lillipsy Bello Cancio

Hace ya siete años y parece que fue ayer; siete años desde uno de los días más tristes que recuerde este pedazo de Cuba…. Desde que la noche de aquel inolvidable 25 de noviembre el hermano, su hermano del alma, con la voz quebrada y una desolación que apenas lograba disimular, anunciara su partida a la eternidad, Cabaiguán se alistó para recibir la caravana más lúgubre de la que se tenga noticia por estos lares….

Ciertamente, como él mismo lo anunciara unas cuantas décadas antes, solo un motivo semejante volvería a convocar tamañas multitudes… tampoco se equivocó en la magnitud del acontecimiento… lo que sí no podría prever su altísima humildad era la tristeza, también contraria a la euforia de aquella que recibió la tropa de barbudos por allá, por los primeros días de enero del ya lejano 1959, que se enquistaría en el alma de los agradecidos.

Siete años ya y todavía puedo oler la llovizna que lo recibió justo en los límites con la hermana Placetas, la emoción al vislumbrar las primeras luces de los autos que lo escoltaban, el dolor del anciano en la silla de ruedas, la lágrima del niño en los brazos de su padre con su foto en el pecho.

Imposible olvidar la angustia por la maldita cobertura que a esa hora casi trunca la bienvenida a esta tierra de Serafín, que es como decir tierra de mambí, los rostros de los jóvenes que en silencio total esperaron pacientemente cuando aún no había amanecido y se mantuvieron inmutables al lado del camino, con las banderas en las manos y un nudo en la garganta que apenas les permitía exclamar aquel espontáneo “YO SOY FIDEL”.

Siete años de aquella parada histórica, allí donde su amigo Faustino permanece esbelto y rebelde, martiano y revolucionario, firme y seguro (pocos sitios de Cuba tuvieron el privilegio de llorarlo, mirándolo, unos minutos más, el tiempo justo que duró aquel Himno Nacional, el cual sonó más claro que nunca, más alto que nunca… más sentido que nunca)

Demasiado tiempo, mi Comandante y las heridas no sanan en los hombres y mujeres que no te dejamos ir. El corazón sigue latiendo afuera y tu pueblo dolido aún, se rehúsa sin pudor a  la despedida. El poeta sigue empeñado en que Camilo y a Martí, andan por ahí, en cada plaza, todos los días, desde entonces, cabalgando…  Y delante de la caravana, lentamente, sin jinete, un caballo para ti.

Muchas batallas hemos tenido que librar, ¿Comandante?, ¿Barbudo?, ¿Gigante?…. seguimos con el grito en la garganta: ¡Padre mío, no te sueltes de mi mano. Aún no se andar bien sin ti!

Fidel, mi Comandante insurrecto, el de las ojeras, el novio de todas las niñas que tienen el sueño recto. Sí, tú mismo, el del botón sin coser que le falta sobre el pecho, el de la barba, al que seguimos a la batalla con todos los versos que estallaron, dicen, que como granada de amor…. los agradecidos te acompañamos, anhelamos tus hazañas como el primer día y no cejamos en aquello de que ni la muerte cree que se apoderó de ti… Hombre, aprendimos a saberte eterno, y así como lo vimos en Jesús Cristo, desde entonces, no hay uno solo, un solo altar sin una luz por ti.

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