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La benefactora de Trinidad

En 25 años la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios ha resguardado con celo el patrimonio edificado y la espiritualidad de quienes habitan esta urbe

A sus 76 años Víctor Echenagusía Peña se emociona, la voz se le quiebra un tanto: “Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura” , y toma prestados los versos de Mario Benedetti para dedicárselos a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, un colectivo que en su primer cuarto de siglo abraza la misma pasión.

Entre las primeras instituciones de su tipo en las urbes patrimoniales de Cuba, la nuestra nació con la luz que le cedieron trinitarios de la talla de Silvia Teresita Angelbello, Alicia García Santana, Alfredo Rankin, el propio Víctor Echenagusía y junto a ellos el joven arquitecto Roberto López Bastida (Macholo), entre las mentes más notables del Equipo Técnico de Restauración que definió por vez primera los valores del conjunto arquitectónico, desarrolló los estudios tipológicos de la arquitectura e inició las labores de intervención no solo en el Centro Histórico, sino también en el Valle de los Ingenios.

A esa temprana vocación cívica por la salvaguarda de los valores de la tercera villa cubana hace referencia Duznel Zerquera, director de la Oficina trinitaria, cuando insiste en la génesis particular de la institución, la cual bebió de todo ese legado: “No se puede dejar de mencionar la Asociación Pro-Trinidad durante los años de la República y precursora de un modelo de gestión que se mantiene hasta hoy e integra diversos sectores y en particular al pueblo”.

Desde el 28 de febrero de 1997 la antigua vivienda de don Mariano Borrell reacomodó sus espacios y acogió a esta otra familia que ha velado con celo por cada edificio del Centro Histórico y por el bienestar de quienes lo habitan y lo resguardan.

La idea primigenia se extendió y nacieron otras dependencias que responden a las nuevas exigencias: la Empresa de Construcción y Conservación de Monumentos, la Escuela de Oficios de Restauración Fernando Aguado, además de los centros de Promoción Cultural y de Documentación del Patrimonio, los cuales estructuraron de manera coherente un modelo de gestión integral en una ciudad patrimonial.

Y el sueño de aquella hermandad entre arquitectos, arqueólogos, investigadores y museólogos inspira a la Oficina de ayer y de hoy, a los más expertos y a los jóvenes profesionales con un pensamiento común: hacer sostenible la preservación. Desde el departamento de Arquitectura, Lisandra Hernández Santos cuenta a Escambray sus vivencias como encargada del proyecto ejecutivo para la rehabilitación de la farmacia principal La Purísima: “Fue mi primera gran experiencia de trabajo y agradezco a quienes confiaron en mí. La idea de rescatar espacios de uso social y comunitario con grandes atributos estéticos y decorativos resultó maravillosa”.

La salvaguarda de la espiritualidad constituye la premisa fundamental defendida por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios. “Si algo distingue nuestro quehacer es el carácter humanista que dignifica al ser humano y lo compulsa a un diálogo respetuoso con el patrimonio. Es uno de los legados de Eusebio Leal, quien siempre mantuvo un vínculo muy cercano con la ciudad”, sostiene Duznel Zerquera.

En un centro histórico vivo —agobiado por problemas en el fondo habitacional y de otras edificaciones con encargos sociales, además de los desgarramientos humanos— constata Escambray cómo la institución toca puertas y encuentra soluciones. En su misión sanadora se gestan los proyectos de barrio enfocados en la rehabilitación de viviendas, espacios públicos, bodegas, centros educacionales como la escuela Pepito Tey y los círculos infantiles Guerrilleritos del Escambray y Clodomira Acosta.

Y más allá de ese núcleo urbano excepcional, los beneficios de la reanimación también reconfortan. Migdalia Trocones, vecina de la calle Independencia, abre la puerta de su casa y señala las paredes y el techo restaurados y recién pintados. “Pase, periodista, y mire cómo quedó. Ya no tengo que preocuparme por las goteras”, habla en nombre de las familias de las más de 100 viviendas favorecidas por el proyecto para la mejora de las condiciones de habitabilidad del barrio de Las Tres Cruces con financiamiento de la Organización No Gubernamental Arquitectura sin Fronteras, de Andalucía, España.

La coordinadora del grupo para Cuba, la arquitecta Miren Ormaechea, se encuentra por estos días en Trinidad con el propósito no solo de extender el plazo del proyecto hasta diciembre del 2023. “Iniciamos una segunda etapa dirigida a la mejora de los servicios de salubridad, la intervención en los inmuebles pendientes y la renovación de los espacios públicos de toda el área hasta la llamada Plaza de los Dos Cañones”, comenta.

La cooperación internacional le ha permitido a la institución contar con financiamientos para concentrar los esfuerzos en proyectos de intervención más abarcadores. Para Odalis Rodríguez, responsable de esa área en la Oficina, estos fondos respaldan las líneas de desarrollo trazadas por la entidad, favorecen los procesos de participación ciudadana, de empoderamiento de la mujer y de las capacidades para contribuir al desarrollo local en beneficio de los trinitarios.

 Mientras, en los confines del Valle de los Ingenios, en el poblado de San Pedro, Unielvys Socarrás accedió también a compartir su entusiasmo. La de él es una casa de embarro reparada con las propias manos, y la de unos albañiles que contrató con el dinero —y el proyecto— de la Oficina, que mantiene un programa de subsidios para la mejora de viviendas a partir de técnicas tradicionales en ese caserío.

CUMPLEAÑOS CON VISIÓN DE FUTURO

En su primer cuarto de siglo la institución consolida un modelo de gestión integral y humanista que convierte a los habitantes de esta urbe en actores principales de la conservación y los beneficia. Escambray tocó a sus puertas para describir la pasión de hombres y mujeres que con paciencia de orfebres descubrieron y pulieron cada una de las perlas de la ciudad y su valle.

El programa de actividades por la celebración —detalla Margot Durán Cueva, directora de Gestión del Patrimonio Cultural— se enriqueció a partir de convocatorias de concursos, muestras documentales, digitales y de proyectos culturales, además de reconocimientos a especialistas e instituciones con una notable labor en defensa de los valores excepcionales de la tercera villa cubana.

A esta institución le agradece la ciudad el realce de sus tradiciones manuales. Creaciones que inundan las calles y plazuelas de la urbe en un proceso de transmisión y continuidad, en el que el alma del artista se entreteje en cada pieza, desde los hermosos manteles y tapetes hasta prendas de lujo como guayaberas y preciosas batas.

“A este cumpleaños —confiesa Duznel Zerquera— llegamos con el reto de mirar a la ciudad contemporánea que ha diseñado de manera coherente su plan de ordenamiento territorial y donde urge crear otros sitios de valor en aras de atenuar las grandes problemáticas del centro histórico; extender esa visión al Valle de los Ingenios para potenciar el desarrollo de las comunidades, y todo desde una perspectiva de desarrollo sostenible”.

Cuando en la Sesión Solemne de la Asamblea Municipal del Poder Popular por el aniversario 508 de la fundación de la villa, la prestigiosa investigadora Alicia García Santana expresó que “Trinidad es única, un proyecto nacional y caribeño”, hacía justicia también a ese acto de amor que ha inspirado siempre a la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.

Tomado de Escambray

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