lunes, agosto 18El Sonido de la Comunidad

La cúspide está en la base

A un humilde espirituano, José Antonio Díaz Pérez, el vínculo político con el latido de comunidades rurales, zonas urbanas y los más diversos objetivos económicos y sociales, le han dejado una profunda huella

Corría el año 1925, y en un local ubicado donde ahora radica el Teatro Hubert de Blanck, menos de una veintena de cubanos, entre quienes se hallaban el veterano luchador Carlos Baliño y el impetuoso joven Julio Antonio Mella, fundaron el primer Partido Comunista de Cuba.

Cincuenta años después, Fidel resaltaría la difícil coyuntura en que nació aquella organización (Cuba como neocolonia yanqui, Enmienda Platt abriendo puertas a la intervención estadounidense, despegue de la brutal dictadura machadista…), y calificaría de conmovedoras las actas que trazaban las líneas fundamentales, el programa de lucha, la proyección de trabajo con los obreros, los campesinos, las mujeres, los jóvenes e intelectuales, sobre la base de «la más estrecha vinculación con las masas».

No se trataba de una quimera. El septuagenario Baliño había acompañado a Martí en la también audaz idea de fundar el Partido Revolucionario Cubano, ¿para qué, si no para lograr la unidad? Y ahí estaba Mella, a quien ni Machado ni los gringos le perdonarían que encabezara la Reforma Universitaria, además de fundir a estudiantes y a obreros, organizar el primer Congreso de Estudiantes, fundar la Universidad Popular José Martí, organizar la Liga Antimperialista…

En ese mismo discurso (por los 50 calendarios del primer Partido), Fidel reseñó cómo la feroz represión, el paso a la clandestinidad, la deportación de dirigentes, el asesinato de Mella… no pondrían de rodillas a los que quedaron en pie, convertidos en miles, con una influencia extraordinaria en el movimiento obrero sobre la base de principios marxistas-leninistas y de un nexo muy fuerte con las masas.

AGOSTO DE 2025, UNA CENTURIA COMPLETA

Desde el primer día de 1959, por voluntad y acción propias, Cuba dejó de ser una neocolonia bajo el peso de la bota estadounidense. Heredero de aquel, fundado en 1925, el actual Partido Comunista de Cuba es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado, con el mandato popular de orientar y coordinar los esfuerzos comunes de toda la nación en la construcción de una sociedad nueva.

Nadie imagine que con el triunfo revolucionario cesó el peligro. Tampoco la razón de ser y arma fundamental del Partido: su obligatoria necesidad de estar permanentemente sumergido –tal vez hoy como nunca antes– en las aguas de la sociedad que representa.

Consideraciones, puntos de vista, ejemplos concretos, anécdotas… pudieran ofrecer miles de cubanos, que a lo largo de todos estos años han tenido responsabilidades políticas desde el más alto nivel de dirección, incluyendo la academia, hasta las estructuras de base en todo el archipiélago.

A LA RAÍZ

Tal vez muchos de sus vecinos, amistades, e incluso familiares, en Sancti Spíritus, no tengan ni remota idea de las vivencias que, para toda su vida, lleva dentro José Antonio Díaz Pérez, un hombre extraordinariamente sencillo, conversador, a quien un día le pusieron en las manos un carné de la Unión de Jóvenes Comunistas, allá en el Instituto Preuniversitario en el Campo Francisco Leyte Vidal, se formó luego como licenciado en Cultura Física, y transitó por responsabilidades que jamás hubiera podido concebir sin esa «relación de tú a tú con la gente».

Sus recuerdos reservan privilegiado espacio para los dos años que permaneció laborando en la comunidad rural de San Pablo, allá en la zona de Banao, a mediados de la década del 90.

«Todavía yo no era instructor político de la ujc (como llegué a ser después). En verdad, llegué allí como miembro del Primer Contingente Manuel Piti Fajardo, para llevar el deporte y la actividad recreativa a lugares intrincados, de difícil acceso.

«Ha pasado el tiempo, cierro los ojos y cada vez me convenzo más de que la mejor enseñanza que me dejó aquella etapa fue el trabajo directo con la población, que era, y es, lo que en definitiva debe caracterizar a la labor del Partido y también de la ujc en todos los terrenos: social, económico, deportivo, cultural…

«No me resultó difícil. Ya había aterrizado allí mi tesis de graduación acerca del estudiante de Cultura Física como ente transformador de la comunidad. Los habitantes del lugar eran muy buenos. Resultaba fácil motivarlos e incorporarlos a actividades y proyectos. Faltaban recursos, pero sobraba interés. Por eso pudimos construir áreas rústicas para jugar baloncesto, voleibol, minifútbol, y hasta un terreno de pelota. Claro…, ahí estaban metidos los cdr, la fmc, el delegado de la circunscripción, la anap… y el instructor del Partido municipal, que parecía uno más del vecindario».

Añade Tony –como siempre le han llamado– que, en medio de aquel ajetreo, la gente se recreaba, se divertía, pero también le metían el pecho con más entusiasmo a la agricultura, que era, en definitiva, la actividad principal y fuente de empleo en la zona. «¿Cómo se llama eso, sino trabajo político del de verdad, del bueno?».

Tanto esa experiencia como los dos años de muy activa labor en Planta Cantú (instalación del campismo popular) resultarían determinantes –en términos de nexo directo con la base– para atender luego, como instructor ya, a unas 30 organizaciones de base de la Unión de Jóvenes Comunistas, diseminadas desde el entronque de Guasimal hasta La Güira.

«Fueron años duros, pero de mucha enseñanza, afirma Tony. Conocí de educación, de salud, de agricultura, de todo lo que había y sucedía en la zona. Pero sobre todo, aprendí bastante del instructor del Partido que atendía ese territorio. Muchas veces nos movíamos juntos, en su moto, y al llegar a los lugares cada uno hacía su trabajo.

«Esa zona había tenido muy buenos instructores políticos. Yo fui una especie de continuidad. Recuerdo a Arley Hernández Cañizares, quien llegó a ser primer secretario del municipio.

«En fechas como esta evocamos a Mella y a Baliño. Puedo imaginarlos, si hubieran vivido durante esos años que te menciono, cuando –tal como sigue siendo ahora– el trabajo político era estratégico, vital, en tareas de primer orden orientadas por Fidel, encabezadas por el Partido. Me refiero a la lucha de toda Cuba por el retorno de Elián, aquellas tribunas abiertas, la inserción de los trabajadores sociales, el fomento de las escuelas de Instructores de Arte, los cursos de preparación integral para jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo, el pesaje y tallaje de niños para ayudar a los más necesitados…

«Por eso esta Revolución es tan bella, compadre. Y también nuestro pueblo. Hubo padres que te decían con tremenda humildad: Gracias, muchas gracias, pero yo tengo dinero para alimentar y vestir a mi hijo.

«Eran los años en que si un muchacho abandonaba el curso de preparación integral íbamos a su casa, a hablar con él y con la familia, para que se reincorporara. Eso se llama trabajo político, sensibilidad humana».

ESLABÓN DE ALTURA BIEN ABAJO

La no menos útil experiencia asimilada por Tony como instructor en el municipio cabecera acentuó aún más su convicción de que es imposible concebir al Partido desligado de la población, de la sociedad, de la gente.

«¿Si no, para qué existimos como organización?» –me dice–.

«Y en esa dirección los instructores, coordinadores o funcionarios políticos desempeñan un rol determinante, porque son un eslabón esencial entre el Buró y la base. Es imposible que quienes integran un buró municipal o provincial estén todo el tiempo, al mismo tiempo, en todos los lugares.

«Te digo más: cuando se logra ese dominio, conocer el terreno, intercambiar con los colectivos, con la gente, hay mejores condiciones para el crecimiento en las filas del Partido y de la Juventud, porque se sabe quién es quién, qué trabajadores sobresalen más o tienen mejores condiciones para que se les haga el proceso con vistas al ingreso a la organización, que es una dirección fundamental en las condiciones actuales».

DE PUÑO Y ALMA

Actas y documentos de aquel primer Partido Comunista fundado por Mella, Baliño y un puñado de cubanos más, acuñan la esencial voluntad de un nexo constante con las masas.

¿Acaso no fue eso mismo lo que hizo Fidel durante toda su física existencia, incluso desde mucho antes del triunfo revolucionario?

Tampoco por casualidad, en el primer capítulo de sus Estatutos consta: «El Partido Comunista de Cuba basa su autoridad en la justeza de su firmeza política, en el ejemplo de sus militantes, en el vínculo con el pueblo, en su capacidad de escuchar, de persuadir y de incorporar a la mayoría a la lucha por los objetivos de la Revolución».

Tomado de Escambray

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