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La plaga de las colas 3ra parte y final

El entuerto de las colas en Cabaiguán continúa sin que se le acabe de poner el dichoso cascabel, entre la necesidad, el mercado subterráneo de lo mismo que se expende en las tiendas, los colados, los impedidos físicos que a simple vista gozan de perfecta salud, las disímiles respuestas de clientes y organismos, así como la negativa a dar un criterio por representantes de comercios.  Todo este embrollo al cual se le pueden sumar más aspectos si se continúa hurgando, lo aprovecha la COVID-19 para campear por su respeto no pedir  el último, elegir el turno que quiere y se diseminarse en las aguas revueltas del desbarajuste.

colas
Más que colas, son tumultos los que se forman frente a las tiendas o sus áreas aledañas en Cabaiguán

Por: Lillipsy Bello Cancio

Ofrecer conclusiones sobre un tema tan polémico como lo es ahora mismo el de las colas, puede resultar arriesgado; creer que unos pocos minutos de radio son suficientes para solucionar el que constituye el más urgente problema de la sociedad cubana actual, puede ser ingenuo; que esta periodista se aparezca a estas alturas con la solución “mágica” a semejante contrariedad es, cuanto menos, insulso e irresponsable…

Y es que, después de tanto andar y desandar y de tanta puerta abierta y gente con la mayor disposición para ofrecer soluciones, proponer variantes, apoyar el control, lo primero que se puede concluir es que otra vez, volvemos al principio de las colas…

Suena desalentador, es verdad, pero es esta la cuestión más fácilmente solucionable: si todos saben lo qué tienen que hacer, ¿por qué no lo hacen?… si población, policía y decisores conocen a las coleras y acaparadoras, esas que son capaces de proponer justo en la puerta de la tienda el paquete de comino que acaban de comprar a 232 pesos a un precio cinco veces superior, ¿por qué no las denunciamos?, ¿qué impide el accionar en contra de ellas?, ¿qué orden hay que esperar?

Si en esos constantes debates que en todas las esquinas escuchamos y sentados a la mesa de nuestras casas protagonizamos, una de las cuestiones más preocupantes la constituye la aglomeración en las colas y el irrespeto al distanciamiento, ¿por qué allí, cuando formamos parte del tumulto se nos olvida y hasta el nasobuco nos retiramos porque ciertamente el calor atmosférico y el de las colas no nos permiten tener la boca y la nariz tapados?, ¿por qué continuamos demandando la presencia de un policía o un inspector que vengan a decirnos lo que sabemos que tenemos que hacer?

Por otra parte, es cierto que los impedidos físicos tienen prioridad en este tipo de espacios, y negarles este derecho, más que falta de humanismo puede devenir en quebrantamiento de la ley… pero, según la carta circular 11 del 2000, quien tiene la prioridad es el impedido, no el pariente que llega a la cola con el carnet de aquel y hace uso de los derechos que le corresponden a su familiar.

¿No es eso también una falta de respeto?, ¿no existen mecanismos para determinar hasta qué punto, en estos momentos, pueda necesitar un enfermo con limitaciones de este tipo, una nevera?… recordemos que antes de que existiera el control por el cartabón al pollo, el detergente y el aceite, algunos impedidos asistían casi todas las semanas a las tiendas… eso, sin perder de vista que entre las coleras identificadas y controladas en Cabaiguán, algunos son discapacitados.

Según nos informaron las mismas fuentes del Ministerio del Interior anteriormente mencionadas, y se localizan fundamentalmente en la panadería especializada y en la TRD “Islas Canarias”: oportunismo este de quienes los utilizan y falta de ética de quienes se confabulan, necesidades aparte, con aquellos.

Pero lo del fenómeno de las colas no tiene para cuando acabar (o por lo menos así parece), y es que en el andar y desandar de esta investigación nos tropezamos personas sin autorización ni autoridad para organizar colas… organizándolas y otros como la cadena de tiendas CARIBE que no se sienten parte del problema (o por lo menos así lo manifestó a esta emisora su gerente provincial, quien no autorizó la entrevista a su representante aquí porque según su organismo “los administradores no tienen nada que ver con las colas”… y parece que tampoco con los productos que se quedan guardados dentro de las tiendas y que según él es incierto pero que tampoco se siente en el deber de explicar a los cabaiguanenses)

Sobre los turnos vendidos en las tiendas de venta en Moneda Libremente Convertible a 100 USD se conoce en Cabaiguán; a correr los riesgos que implica el expendio de productos de primera necesidad en puntos de venta de combustible hemos sido obligados; del “modus operandis” de coleras, revendores y acaparadores se pudieran hacer varias tesis, pero… hasta el momento, lo más cierto es que el orden que todos ansiamos en las colas hoy está en terreno de nadie, porque todos piensan que el del frente es quien tiene que buscarse el problema y en ese ir y venir la COVID seguirá campeando por su respeto, la insatisfacción reinando en los rostros de los cabaiguanenses y la incertidumbre signando el día a día de los que habitamos este pedazo de Cuba.

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