Cabaiguán se destaca a nivel de país en la producción tabacalera. Sin dudas, un sector que presenta una rica historia en este pueblo

Por: Hugo Crespo Crespo
Un sector de extraordinaria importancia económica para nuestro territorio, fue y es la industria del torcido.
A inicios de la década de los cincuenta, existían en Cabaiguán prestigiosas marcas de tabacos que habían ganado fama en Cuba y el extranjero. Dentro de ellas se destacan la Bauzá y Galileo las que llevaron a convertirse, incluso en exportadores de puros cabaiguanenses.
Según Rogelio Concepción Pérez en Historia de Cabaiguán, Tomo II, la fábrica Bauzá, hoy Alfredo López Brito, fundada en febrero de 1949 por Juan Bauzá Vilela natural de Cienfuegos, de ocupación financiera y José Yánez Barreto de procedencia canaria, sostenía en 1951 a 17 empleados, 114 despalilladores, 12 despalilladoras de capa, 6 rezagadores, 156 tabaqueros y 6 anilladores, sin contar el personal complementario.
Por su parte la fábrica Galileo era propiedad de Oscar León y tenía agencias en las provincias de Matanzas, La Habana y Oriente: y su dueño poseía la patente de la Leonar, la cual perteneció inicialmente a Arcadio León, según criterios de varios autores.
Junto a los anteriores formaba parte de las cuatro principales marcas que se producían en la localidad El Surco cuya fábrica propiedad de Lucas Pérez Guelmes, contaba con 50 trabajadores aproximadamente.
No obstante esta línea de la producción de tabaco en la localidad estuvo estrechamente ligada a los cultivos y cosecheros de la hoja en los campos cabaiguanenses, impulsados por un fuerte movimiento migratorio de canarios hacia esta zona que desde los primeros años del siglo XX, comenzaron a sobresalir en este ámbito.
Al constituir este un sector decisivo en los destinos económicos de este sitio del centro de Cuba y del país, los tabacaleros cabaiguanenses, desde principios de la centuria pasada estuvieron vinculados a la lucha contra todo tipo de medidas que afectaban su vida laboral y familiar.
Por este motivo comenzaron a realizarse algunos paros, huelgas y manifestaciones en este gremio, pero no fue hasta julio de 1951 que los trabajadores de las fábricas de tabaco del territorio espirituano se lanzaron a la huelga para luchar contra la introducción por los patronos de una máquina torcedora de habanos que habría significado miles de despidos de los obreros del gremio, con su secuela de hambre, inseguridad y otros males, para ellos y sus familias, por lo común bastante numerosas.
Según investigaciones de Mario Luis López Isla, Héctor Cabrera Bernal, Daisy Pilar Martín Ciriano, Francisco Barroso Reyes y Ramón Reigosa Lorenzo, el Sindicato de Torcedores de Cabaiguán se destacaba por ser uno de los más radicales del país y atrajo a cientos de trabajadores de otros sectores a la lucha contra el torcido mecanizado, bajo la dirección de reconocidas figuras del movimiento obrero cabaiguanense, como Diego León Delgado, Miguel Mariano Reyes Castro, Diego de Alcalá Viera Díaz y Juan Santander Herrera, natural de Pinar del Río, y uno de los miembros del Partido Comunista en la localidad, fundado en 1928.
En 1951 y con este panorama, la lucha contra la implantación de las máquinas torcedoras se extendió por toda Cuba y encontró en Cabaiguán uno de los lugares de mayor acción, ya que la mayoría de sus habitantes dependía de la producción y procesamiento del tabaco. Además, era un sitio clave geográficamente en el interior del país, que contaba con la organización ya apreciaba en los obreros.
En julio de 1951 se intensificó el movimiento contra la mecanización del torcido de tabaco. En esta lucha la CTC dirigida por Lázaro Peña González, jugó un papel fundamental.
Manolo Martinó, máximo dirigente del Gremio de Escogedores, fue denunciado con anterioridad como elemento reformista plegado a los intereses de los patronos, pues se opuso a la lucha de los obreros contra las máquinas torcedoras; pero los afiliados, pasando sobre su dirección, se sumaron a la protesta.
El 2 de julio de 1951 amanecieron en huelga casi todos los pueblos de la antigua provincia de Las Villas, con mayor fuerza en Cabaiguán, donde se acordó tomar el Ayuntamiento y declarar la ciudad muerta.
Todos los obreros se oponían a las medidas que se tomaban; era la lucha por la supervivencia de más de 3 000 trabajadores que dependían de la industria de torcido, entre ellos tabaqueros, despalilladores, fileteadores, anilladoras, empleados, familiares , además del comercio, subordinado a los ingresos de los mismos, así como todos los propietarios de las tabaquerías quienes, ni aun siendo dueños de las más grandes, como Bauzá y Galileo, tenían posibilidades de mecanizar su producción por el alto costo de las máquinas.
La huelga comenzó con un desfile, el comercio cerró sus puertas, se paralizó el transporte, las mujeres formaron comisiones para comprobar el cierre del comercio y para dirigir el movimiento obrero femenino y apoyar la huelga. Llegó a Cabaiguán Teresa García, dirigente nacional de las despalilladoras.
El día 3 la situación se presentaba más tensa, las masas estaban en las calles, donde se habían levantado barricadas con diversos objetos: maderas inservibles, botellas rotas, piedras, etc.
El tráfico comenzó a interrumpirse con obstáculos en la carretera Central y en la línea del ferrocarril para evitar el cruce de vehículos. Una enorme multitud encabezada por Diego León Delgado, Miguel Mariano Reyes Castro y Juan Santander Herrera, además de otros dirigentes del movimiento obrero, se lanzaron a la toma del Ayuntamiento.
La burguesía más comprometida huyó de la ciudad, los obreros se dirigieron a la casa del alcalde Delfín González Espinosa y lo obligaron a marchar al frente de la manifestación y a entregarles los salones del Ayuntamiento, el cual permaneció tomado por los trabajadores. Cabaiguán se declaró ciudad muerta.
El 4 de julio de 1951, en medio de la efervescencia revolucionaria, un grupo de obreros se dispuso a hacer una hoguera frente al ferrocarril. Un soldado disparó contra el pueblo y cayó asesinado del empleado de comercio Alfredo López Brito, quien solo contaba 17 años de edad. Este hecho enardeció al pueblo, que trataba de encontrar armas para atacar el cuartel o incendiar la estación del ferrocarril, pero la dirección de la huelga logró calmar a los manifestantes al recibir noticias de que el Presidente de la República hablaría a los dirigentes de la huelga para resolver la situación.
El sepelio del joven asesinado fue una verdadera manifestación popular. La despedida del duelo estuvo a cargo del comunista y dirigente del movimiento obrero Diego León Delgado.
El presidente Carlos Prío Socarrás pidió una tregua de 48 horas para discutir con los dirigentes obreros la complicada situación. Los representantes de Cabaiguán, entre los que se encontraban Diego León Delgado, Juan Santander Herrera, Armando Fajardo y Miguel Reyes Castro, se trasladaron a La Habana para participar en las conversaciones que se efectuaron en Palacio con la participación de más de cuatrocientos representantes del Movimiento, en su mayoría, de la antigua provincia de Las Villas. Se obtuvo como resultado la derogación, por parte del Gobierno, del Decreto Ley 1073.
La lucha contra la implantación de las máquinas torcedoras de tabaco logró su principal objetivo, que consistía en la supresión de las mismas, y fue un factor radicalizador dentro del movimiento obrero y una victoria del pueblo trabajador.
Con toda esa herencia adquirida del pasado, Cabaiguán sigue siendo potente esta región en cuanto a los vegueros que alcanzan excelentes cosechas en las diferentes bases productivas.
Las zonas más prolíficas para este cultivo han sido siempre las situadas en los sitios alrededor de Cabaiguán camino hacia Santa Lucía, entre ellos Cuatro Esquinas, la zona de la comunidad de Noel Sancho, la Nueva Cuba, Aramís Pérez, la CPA Juan González y las áreas comprendidas en terrenos de las bases productivas Diez de Octubre, Trece de Marzo, Sergio Soto y Rogelio Rojas.
También en otras áreas del territorio se cultiva el producto, entre ellas Vega del Paso, donde se exhiben las cosechas de Georgino Álvarez Bermúdez, más conocido por el Isleño, además las cooperativas Ramón Balboa y Jorge Agostini.
Por otra parte debemos mencionar los vegueríos de José Rodríguez Reina y Yoandy Rodríguez Porras, este último ya conocido como ¨El hombre habano¨, así como los semilleros en la zona de Jíquima de Peláez, pertenecientes a Eliecer Pérez y Arnelio Gómez Quintero.
En cada uno de estos terrenos el productor aplica las medidas fitosanitarias establecidas en las respectivas épocas del año, la rotación de cultivos, plaguicidas y materia orgánica para la calidad del habano de esta comarca reconocido a nivel mundial.
Los cosecheros de la hoja en Cabaiguán, aprovechan además los recursos y orientaciones ofrecidos por la estación de protección de plantas cuando existe incidencia de ozono, de moho azul u otro agente oportunista que afecte este sembradío.
Por su parte cuando concluye el ciclo productivo del tabaco, la tierra tiene los suficientes nutrientes para sembrar en ella frijoles o maíz, así como el empleo de los restos de la cosecha como abono orgánico.
Pero en Cabaiguán, la producción tabacalera sigue constituyendo uno de los rubros más importantes de la localidad ya que hoy el territorio cuenta con dos industrias dedicadas a la aromática hoja, una en Cabaiguán, llamada Alfredo López Brito y otra en Guayos, la José González Trecha, además de varias escogidas y un despalillo, por lo que constituye uno de los sindicatos más numerosos de nuestro municipio. En la actualidad varios actores no estatales de la economía han asumido 24 escogidas con excelentes condiciones y confort para los trabajadores que allí laboran, los que unido a estas dos industrias conforman un potente eslabón de la economía del territorio.
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