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Los embrujos de la villa

La ciudad de la villa espirituana, próxima a sus 510 años, es reconocida por su vasta historia y su acervo popular. En sus calles, muros y edificios resguarda incontables mitos y leyendas que la hacen única e inigualable

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Sancti Spíritus fue la cuarta villa fundada en Cuba, lo cual la convierte en una de las ciudades más antiguas del país. Combina en armonía el encanto de sus primeros años con la contemporaneidad. Es común pasear por su centro histórico y observar calles empedradas, tejados a dos aguas y casas coloniales, con grandes puertas, ventanas y espaciosos patios interiores.

En los pasillos y habitaciones de estas colosales mansiones convivieron varias generaciones de las familias más acaudaladas de la villa. Muchos aseguran que algunas están encantadas, pues en ellas acontecieron sucesos inexplicables.

Una de las llamadas casas embrujadas se ubica en la calle Independencia  No.112, antes Real No.19. En la actualidad es parte de la tabaquería, debido a su proximidad. En la etapa colonial perteneció primero a la familia Solano y luego a los Sainz, confirmó a Escambray  María Antonieta Jiménez, historiadora de la ciudad.

El arquitecto Antolín García Carbonell, descendiente de una de las familias, en su testimonio relata algunas anécdotas familiares relacionadas con la “maldición”de la casa.

Se dice que al tocar las paredes de la sala y saleta respondía un eco, reproducido con la misma intensidad de los golpes originales; era frecuente el ruido de una persona arrastrando cadenas, mientras en las noches se sentía alguien en el tinajón del patio, que raspaba el fondo con un jarro. Doña Antonia y doña Ángela, antiguas habitantes de la vivienda, reportaban conversaciones con espíritus, que las visitaban y decían sentirse muy a gusto.

Para la década del 40 del siglo XX la casa pasó a ser propiedad de Margarita Sainz y su esposo (primo) Ramón Cuesta Gandarillas, quienes recibieron una sorpresa cuando, durante las reparaciones del techo, encontraron una botija llena de monedas; debido a esto, los propietarios se mudaron a una nueva vivienda y alquilaron la antigua a una mueblería, conocida como La Casa Mimbre. Aseguran que los serenos del negocio se negaban a pernoctar allí por los horribles ruidos con los que convivían cada noche.

Hay otra construcción conocida como la Casa de las Piedras, ubicada en la zona de San Félix. De esta vivienda se dice que caían piedras todas las noches y se desconocía quién las tiraba. Los habitantes afirmaban que las piedras venían de un lugar desconocido y eran lanzadas por un espíritu para vengarse por la apropiación del lugar. Se presumía que algún túnel secreto se conectaba con la vivienda.

UNA IGLESIA ICÓNICA Y UN CEMENTERIO DESCONOCIDO

La Iglesia Parroquial Mayor es una de las más representativas de la ciudad. Con sus imponentes muros de estilo románico, es parada obligatoria para todos los visitantes; acuden a ella por su belleza y por la curiosidad. Una de las historias más graciosas en torno al recinto, según refiere la Historiadora espirituana, es la de un güije que sale del presbiterio y anda por la ciudad en cuaresma, Semana Santa y hasta los carnavales; se cree que es pequeño y prieto, inquieto, le gustan las mujeres y el ron.

Otra leyenda muy conocida es la de una señora aristócrata y acaudalada de la ciudad, que deseaba ser enterrada en un lugar donde todos tuviesen que rendir pleitesía, por lo cual escogió la puerta principal de la Iglesia para que las personas al entrar purgasen sus pecados sobre el cadáver de la dama. 

En la capilla sur hay una imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia; su origen se remonta al siglo XVII, cuando un peregrino llegó a la ciudad misteriosamente y estuvo trabajando sin parar durante 40 días y 40 noches para luego abandonar la ciudad. En ese momento el templo se envolvió en una luz muy intensa y cuando los habitantes llegaron al lugar encontraron la imagen del Cristo, que hasta el momento no estaba.

Pero, quizás, el acontecimiento más relevante en el imaginario popular es la historia del primer cementerio de la ciudad. Ñeñeca aclara que el Obispo de Espada y Landa estaba en visita pastoral a Sancti Spíritus y dio la orden de mejorar el saneamiento de la ciudad, prohibió enterrar los cadáveres en las iglesias por ser algo antihigiénico y para solucionar este problema mandó a hacer un cementerio. Este comenzó a funcionar en 1806, ubicado muy cerca de lo que es hoy la Escuela Especial Efraín “Cheché”Alfonso.

Para el año 1873 cambió su ubicación y fue trasladado al sitio actual, pues las personas comenzaron a ver destellos en la oscuridad que provenían de allí, y creían eran almas en pena. Luego se descubrió que los causantes del cambio fueron los conocidos fuegos fatuos (un fenómeno que se produce cuando ciertas materias como el fósforo y metano se inflaman y elevan de las sustancias orgánicas en putrefacción; entonces forman pequeñas llamas o destellos que parecen volar sobre la superficie en zonas pantanosas o cementerios y es común verlas en la noche). Esto causó pánico en la población y un estado de histeria colectiva, que obligó al traslado del camposanto.

MITOS Y LEYENDAS A LA LUZ DE LA SOCIOLOGÍA CULTURAL

Acontecimientos como los relacionados anteriormente marcan la historia y el devenir de la forma de pensar de los espirituanos. Todos responden a un proceso científico, como se explica en el caso del cementerio, pero su arraigo en la población de la villa es tal que ya no puede concebirse sin ese elemento mítico tan nuestro.

La Sociología es una de las ciencias encargadas de explicar estos fenómenos, en concreto la Sociología Cultural. La misma estudia la acumulación de saberes en el imaginario popular y su sedimentación en el tiempo, más allá de su basamento científico.

De acuerdo con Jesabel Más Pérez, profesora del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central Marta Abreude las Villas, ante todo, es importante establecer la diferencia entre mito y leyenda. El mito es un relato protagonizado por dioses o criaturas amparadas en una concepción mítico-religiosa, orientado a una causa sobrenatural. Mientras, la leyenda es una narración contada de generación en generación, sin ningún elemento específico que diga si es real o no. Los dos conceptos están presentes en los sucesos mencionados.

Ambas tienen una estructura basada en lo cultural, pues se fundamentan en situaciones que pudieron ser típicas de cierto contexto en un pueblo, se asocian a la realidad concreta del mismo y tributan a su folclor. Son atractivos culturales y elementos de la comunicación intergeneracional. Cada persona al transmitir su saber, en cuanto a acontecimientos de este tipo, se apropia o desapropia de elementos, que pueden ser de su sabiduría o forma de vida, para contar el mito o la leyenda.

En el continente americano son muy comunes los mitos y las leyendas, por ello el caso de Sancti Spíritus no es aislado. Los pueblos originarios de América desde sus primeras civilizaciones han creado este misticismo, que se ha propagado de generación en generación, hasta percibirse como algo que forma parte de nuestra idiosincrasia y cultura. Es también un factor distintivo de cada país. Un caso que sirve de ejemplo es la leyenda de La Llorona, que tiene su origen en México y, automáticamente, al escuchar esta historia pensamos en el país azteca.

ELEMENTOS INDISOLUBLES DE LA IDENTIDAD ESPIRITUANA

Los elementos explicados por la Sociología ayudan a esclarecer los misterios de la ciudad de Sancti Spíritus. Todos los mencionados pertenecen al folclor propio de la villa y al saber popular de sus habitantes. Una leyenda o mito de siglos pasados puede adaptarse a medida que pasa el tiempo y cambiar su atractivo cultural sin variar su esencia. El elemento popular se convierte en el mejor de sus valores.

Es importante destacar que estos casos de actividades paranormales y mitológicas, aludidas al hablar de las casas embrujadas o los sucesos de la Iglesia Mayor y el cementerio, responden a la forma que encontraban los pobladores de la ciudad por esos años para explicar fenómenos a los que, debido a la limitación científica de la época, no les tenían respuesta.

Existen sobre una base real sin explicación lógica, sustentada en lo paranormal, sin ningún basamento científico sólido. Su arraigo popular se debe a los siglos que llevan contándose de generación en generación. Ello hace que estos sucesos se hayan sedimentado en el imaginario espirituano, se perciban como una realidad de la que se enorgullecen los habitantes de esta tierra.

Por ello, es una obligación de todos los que aquí vivimos respetar estos mitos y leyendas tan nuestros. Cada uno de los lugares que los albergan son pedazos de historia viva; lo que se cuenta sobre ellos es parte de un recuerdo de lo que fueron y seguirán siendo. Es nuestro deber como hijos de la tierra del Espíritu Santo seguir contando estas historias para que nuestros descendientes las guarden con el mismo amor y permanezcan tan vivas como hasta hoy.

*Estudiante de Periodismo

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