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Mirta: la incansable mujer de la cultura

La huella de Mirta está aún presente en la gran cantidad de objetos que prestigian las colecciones y en los escritos que atesora su familia sobre su participación dentro del taller Rubén Martínez Villena

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Mirta siempre ha sido una ferviente defensora de la cultura y de la identidad.

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano

Hoy que los años pasan, aún perviven muchas personas que hicieron historia con su quehacer laboral en este territorio. Una de ellas, es  Mirta Lutgarda Beltrán Marcos, primera Delegada de Cultura en Cabaiguán y primera directora del Museo Municipal.

Mirta, al igual que sus tres hermanas, nació en El Purial, ya se aproxima a sus 85 años, y aunque su memoria no la acompaña, toda su trayectoria está acumulada en documentos y libros que así lo refrendan.

En aquella sitiería transcurrió su infancia, logró alcanzar el cuarto grado en la escuela primaria y tempranamente colaboró junto a sus hermanas en los quehaceres del campo, ya que su padre estaba solo en esos menesteres.

En 1956, se trasladó a vivir a Cabaiguán con una tía que le pagó los estudios de Corte y Costura, pero además aprendió a torcer tabacos. Nunca pensó esta joven que veinte años después, al triunfar la Revolución, se convertiría en una tabaquera más en la antigua fábrica Bauzá, dignificada entonces con el nombre de Alfredo López Brito.

Notorias tareas y actividades destacan el historial de esta cabaiguanense, entre ellas se encuentra su participación en la construcción de las tres escuelas que se hicieron en 52 domingos de trabajo voluntario, a inicios de la Revolución, ante la carencia de centros educacionales.

Posteriormente Mirta se incorporó a los cursos de EOC y obtuvo el sexto grado.

El 8 de abril de 1962, comenzó a trabajar en la CTC Municipal como Secretaria de Divulgación y Propaganda, pero poco después fue designada Coordinadora de Cultura a nivel de municipio. Y aquí comenzaron sus primeros lazos con la cultura. Ella, junto a Rosa Aurora Mena y Felicidad Renzolí atendían a los activistas de cada centro de trabajo. Se realizaron tareas valiosas como fue el rescate de la Danza Isleña de Poza, la creación de un grupo de teatro campesino en El Purial, la conformación de grupos culturales de danza y teatro, entre otras valiosas manifestaciones. Fue un tiempo de mucha actividad y con pocos recursos, pero ella cumplió con su tarea durante trece meses, finalizando en 1963.

Después comenzó verdaderamente su preparación política: Las ORI, el PURSC, la FMC, la CTC, los trabajos voluntarios y tareas excepcionales como la construcción de Círculos Infantiles Guerrilleros en zonas rurales de Santa Lucía para que las campesinas se incorporaran a la cosecha de malanga. Otra gran tarea que enfrentó fue como Jefe del Bon Femenino de Tránsito del Minint, así como laborar en la brigada de Abonadoras por espacio de 10 días albergada en Jatibonico, en 1973. Vinculada a este quehacer es que se inserta en el Taller Rubén Martínez Villena. Aquí su desarrollo literario floreció con la participación en talleres, concursos y publicación de boletines. Rodeada de aquella generación de grandes poetas y repentistas, Mirta creció en recursos literarios, en rimas e iniciativas, recreando en sus versos las bellezas del campo, el amor a la patria y a sus semejantes.

No cabe duda que cuando en 1982 fue propuesta para Directora del Museo. Y con la misma dedicación y entrega, comenzó a recaudar piezas museables, a promover donaciones y a recorrer la ciudad y sus alrededores recabando la cooperación de todos. Cuando en la noche del 25 de abril de 1982, el Cmdte. Faustino Pérez Hernández dejó inaugurada la Institución ya en salas y almacén se encontraban cientos de exponentes del territorio.

Durante los tres años que se destacó en la responsabilidad, el Museo recibió notorias visitas de figuras de renombre nacional, realizó múltiples actividades y desarrolló numerosas iniciativas que dejaron una profunda huella en el recuerdo de la población. Hoy, aún en Cabaiguán se recuerda como Directora del Museo Polivalente. Su huella está aún presente en la gran cantidad de objetos que prestigian las colecciones y en los escritos que atesora su familia sobre su participación dentro del taller Rubén Martínez Villena.

Aquí se muestra una de sus poesías tecleada en las antiguas máquinas de escribir que tenían cinta.

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