Los recuerdos de las fiestas de antaño han quedado en la memoria de los cabaiguanenses

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Muy recordados son en Cabaiguán los bailes de salón que se realizaban en La Colonia Española y en La Sociedad El Progreso, allá por finales de la década del 40 y durante los 50. Estas fiestas guardan una tradición general, desde las diferentes formas de bailar, el vestuario de los asistentes, la música seleccionada, hasta las fechas de celebración.
Y aunque después en el Club Campestre se creara el Club Siboney y la Colonia se convirtiera en Círculo Social Obrero, aquella época dorada marcó una eterna huella en los de su generación.
Cabe decir que bailes menos suntuosos se realizaban en las zonas de campo, donde existían algunos salones en Potrerillo, Jíquima y Carrillo con modestas características para la actividad. Solo hay uno de ellos que hay que destacarlo por la calidad de sus orquestas, la organización y el público asiduo al lugar, éste funcionó en Cuatro Esquinas. Por aquel tiempo también se realizaban fiestas organizadas por los campesinos en las zonas rurales con la finalidad de recaudar fondos para un determinado empeño o necesidad.
De todas estas festividades y sobre todo las urbanas han quedado en la memoria muchas costumbres que se ponían en práctica, como es el acompañamiento de una señora mayor, y de respeto, a las muchachas y la inflexible chaperona si dentro de las asistentes iba una pareja de novios.
Antes de comenzar el baile los asistentes que no llevaban pareja pedían a las jóvenes que los acompañara a bailar, esta acción se le conocía como ‟pedir pieza‟, y una vez concedida, el organizador del festejo recibía un pago de manos del bailador. En muchas ocasiones se le colocaba en la camisa una cinta o un pequeña distinción que acreditara que había efectuado el pago.
Las mujeres por su parte tenían la posibilidad de escoger entre los jóvenes con quien bailar. Algunas eran más reclamadas por su belleza o por su destreza en el baile, pero para no equivocarse y en los bailes de más linaje, utilizaban un pequeño lápiz y hojitas, como cortesía de la casa o del dueño del bailable, para que anotaran organizadamente las piezas concedidas.
De cierto, recordar estos momentos es encontrarse con informaciones novedosas que forman parte de nuestra historia cultural y que por siempre poermanecerán en quines disfrutaron sus tiempos juveniles.