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Se ha marchado a la inmortalidad un astro terrenal de la décima:  Florencio Rodríguez Simón

Este sábado 9 de agosto de 2025, la cultura cabaiguanense, inscribe en sus anales, otra pérdida sensible para el terruño. Se ha marchado a la inmortalidad el poeta Florencio Rodríguez Simón, el Astro del Paraíso, un hombre que desde la humildad y la sencillez, cautivó a varias generaciones con su obra poética.

Por Hugo Crespo Crespo

Casi tres años, llevó el guajiro de Gandarilla, sin casi ver el sol, no obstante desde el interior de su hogar, irradiaba esa luz y ese don poético que quiso mantener latente hasta que sus fuerzas físicas y mentales lo acompañaran.

Sus familiares, hicieron lo indecible para dar vida hasta el último aliento a este hombre, que con su figura quijotesca, supo estremecer varios escenarios de nuestro pueblo y llenar de alegría con sus décimas las ondas radiales de la emisora local.

Florencio Rodríguez Simón, nació el 22  de noviembre de 1941 en Zaza del Medio, antigua provincia de Las Villas, hoy perteneciente al territorio espirituano. Hijo de Florencio Rodríguez Bacallao y Segunda Simón Cruz, ambos de procedencia obrera.

La niñez de Florencio transcurrió en la finca Manacas de Cantero, lugar conocido como Gandarilla, donde en una escuelita del referido lugar realiza sus estudios primarios,  comenzando a los diez años a alternar con el trabajo para el apoyo al sustento familiar.

Alcanzó el nivel de secundaria básica después del triunfo de la Revolución, en lo que se hizo llamar curso de educación obrero campesina.

Después comenzó a trabajar en empresas estatales como obrero. Luego fue seleccionado para un curso en el cual se graduó de técnico en Recursos Humanos.

En el año 2000 a Florencio le llega la jubilación, luego de haber cumulado cuarenta y tres años de labor por lo que recibió la medalla Marcos Martí.

No obstante, desde muy pequeño sintió inclinación hacia la cultura tradicional campesina  en la que incursionó con mayor o menor acierto en la décima como repentista.

Obras de Florencio,  aparecen en Antologías como Todo el amor en décima, Las cuerdas de mi laúd, Vuelo de abejas y otras, alcanzando un centenar de distinciones, premios y menciones a diferentes niveles. No obstante varias de sus décimas y poemas quedaron inéditos, en buenas manos, las que quizás alguien las tenga en cuenta para que lleguen a la publicidad como mereció en vida este bardo.

Florencio Rodríguez Simón, fue homenajeado en el territorio en el año 2000, cuando se le  dedicara la semana de cultura cabaiguanense y ocasión en la cual de le entregó la distinción Un canto a Cabaiguán. También fue acreedor de la Medalla Raúl Gómez García, que otorga el sector de la cultura.

Además este hombre, que residió  en una de las esquinas de la calle Arturo Cabrera en el Paraíso,  se le vio avisando a sus vecinos  como mensajero de una pública telefónica  que atiendió  por varios años, sin dejar de combinar este trabajo con sus jocosas décimas a algunos vecinos y clientes.

Florencio dejó sus huellas en la Peña de decimistas Herminio Mirabal y en la Jesús Pérez Sosa, además en el programa Entre Guitarra y Laud la Voz de Cabaiguán, así como en actos políticos, patrióticos y actividades culturales en los cuales fue invitado.

El hidalgo poeta Florencio Rodríguez Simón, siempre tenía  una palabra preparada con su rima oportuna para responder cualquier pregunta o dialogar con uno de sus coterráneos o amigos que siempre tuvo  por doquier.

Cierta vez cuando pasé por su casa con un pomo vacío en una mano y en la otra un maletín,  me miró y me dijo:

Con ese pomo vacío

y el maletín por el asa,

cuando llegues a tu casa,

te vas a buscar un lío. 

A pesar de no ser erudito, ni académico, tenías ese don de superarte de forma constante,  con diccionario en mano y leyendo varios textos con los que enriqueciste tu acervo cultural.

Una muestra de tus obras que quedarán para siempre en nustra memoria, es una dedicada a esa persona especial para todos que es la madre:

A mi madre

Te debo todas las rosas,

que producen los jardines,

los gladiolos, los jazmines,

los lirios, las mariposas.

Te debo entre tantas cosas,

una que no se me olvida,

te debo madre querida,

lo que pregunta tan fuerte,

para saber si tu muerte,

es más triste que mi vida.

Te debo también la escuela,

donde cultivé la mente,

y te debo la excelente,

cualidad de ser abuela.

Te debo la luz que  vuela,

en cita con el recuerdo,

milagro que nunca pierdo,

y un dolor como una ele,

que hace tiempo me duele,

debajo del lado izquierdo.

Todo te lo debo madre,

te debo porque lo quiero,

tener alma y no dinero,

te debo lo de ser padre.

Y te debo en ese encuadre,

que no basta con saberte,

en mi sangre detenida,

y si te debo la vida,

te quiero deber la muerte.

Por eso, estamos seguros que aquellos que te conocimos y apreciamos, siempre veremos en el firmamento nocturno brillar un astro,  que nos hará recordar tus  versos cargados de matáforas e imáganes, que sabías combinar en una perfecta armonía con tu idea poética.

Tus cantos a la vida, al amor, a la naturaleza, a la madre, a la amistad y a todo lo bello que nos rodea, quedarán como ecos de la campiña cabaiguanense, que se mecerán orgullosos de tí,  junto a los columpios del viento. Descansa en paz, buen hombre.

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