Orlando Álvarez de la Paz es un investigador cabaiguanense que se ha dedicado a la arqueología en la provincia espirituana

Por: Hugo Crespo Crespo
Si de buscar en las profundidades de la tierra se trata, para hallar una explicación a la historia de nuestros ancestros, hay que hablar de Orlando Álvarez de la Paz, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a la investigación arqueológica en la provincia espirituana.
No existe en el territorio de esta central provincia de Cuba, con evidencias de sitios arqueológicos, que Orlandito, como todos lo conocen, no haya dejado parte de sus valiosos conocimientos, golpes en su delgado cuerpo e impacto del Astro Rey en su rostro.
Este cabaiguanense quien naciera en Cabaiguán el 25 de noviembre de 1966, residió un tiempo en Tres Palmas y después a la ciudad cabecera. Se graduó de Ingeniero fitosanitario en la Universidad Central de Las Villas Marta Abreu en 1989, actividad que comenzó a ejercer en el territorio.
Unido a esta profesión, comienza a sentir atracción por la arqueología, desempeño que ha desarrollado hasta la actualidad con importantes resultados y publicaciones de diferentes sitios donde ha encontrado evidencias de las huellas del pasado de aborígenes en el territorio y otras excavaciones con el objetivo de discernir objetos y otros elementos que se obtengan de estas indagaciones.
La mayor parte de su vida profesional la ha desarrollado como especialista en Arqueología del Centro de Patrimonio Cultural en Sancti Spiritus, a la vez que se ha mantenido cultivando la tierra como una herencia familiar.
Su superación constante, ha sido clave en el éxito logrado por este incansable hombre de ciencia. Textos suyos han aparecido publicados en el periódico Escambray, El Caribe Arqueológico, en La Pedrada, en la revista Siga la Marcha, en el Boletín del Gabinete de Arqueología del Historiador de La Habana y en los blogs, Arqueología Centro Sur de Cuba, Ajuares Prehispánicos, Cabaiguán precolombino, Arqueología en Cabaiguán y en Gente, cosas y valores.
Artículos suyos también pueden encontrarse en Cuadernos de historia cabaiguanense de la editorial Luminaria, con recopilación de Marlene García Pérez. Tiene además publicados los libros Aborígenes en Cabaiguán, junto a Santiago Silva García del 2005 y Arqueología aborigen del sitio Toma de Agua con Reinaldo Pérez Jiménez, Santiago Silva García y Marcos E Rodríguez Matamoros.
Orlando Álvarez de la Paz, ha desarrollado una amplia labor de divulgación de sus exploraciones a través de los medios de prensa de la provincia como son los casos del periódico Escambray, radio Sancti Spiritus, radio Vitral, La Voz de Cabaiguán y en CentroVisión Yayabo.
Desde el Gabinete arqueológico Manuel Romero Falcó, Orlando, sigue apostando por una ciencia que desentraña lo más oculto del conocimiento y traer a la luz, las verdades que demuestran el origen y características de nuestros antecesores.
Miembro activo de la Unión de historiadores de Cuba en la provincia, del grupo de espeleología Caonao y de la Sociedad Espeleológica de Cuba, Orlandito con la modestia, sencillez y humildad que lo caracterizan sigue en la búsqueda constante de otros elementos que engrandecen la huella marcada por nuestra historia.
En la actualidad desde su posición de promotor natural y cultural, desarrolla importantes actividades en la zona de Tres Palmas, encaminadas a fortalecer los vínculos con la zona protegida de la Sierra de Las Damas y el sitio donde cayera en combate el Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, donde añora que se haga realidad un proyecto que valdría echar andar para enaltecer la personalidad del General de las tres guerras o al Paladín de la independencia.
Sentido de pertenencia, amor a su profesión, a la historia, su apego a la familia, excelente amigo y compañero, Orlando Álvarez de la Paz, va tejiendo su propia ruta desde sus inicios en las investigaciones, hasta que su añoranza por lograr otros propósitos convierta la utopía en realidad, para que futuras generaciones conozcan quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Felicidades en sus sesenta y dos años, salud y energías para continuar una obra que ha dado sus esbeltos frutos y que muchos esperan para encontrar desde lo más intrínseco de la tierra, el valor de nuestra propia existencia.
