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Torcer tabaco, más que una tradición

Cabaiguán continúa siendo un gran productor de tabaco y el arte de torcer y disfrutar de un ejemplar   

tabaco
Para los amantes del tabaco no hay nada más reconfortarle que torcer un ejemplar para después fumarlo.

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano

Cabaiguán desde entrada la década de 1920, fue identificado en todo el país como un excelente territorio tabacalero. No sólo, por la fertilidad de sus suelos, sino por la laboriosidad de sus campesinos naturales, a los que se sumaron los canarios inmigrantes. Aún en los sitieríos dedicados a frutos menores, en una esquina cada campesino tiene sembrado su conuco.

Numerosos chinchales y despalillos fueron fuente de empleo a los cabaiguanenses y a otros obreros que se trasladaban hasta este territorio desde otras regiones del país, incluyendo de Pinar del Río.

De gran fama es el tabaco cabaiguanense y también sus tabaqueros, aunque la gran mayoría de los habitantes del pueblo sabe torcer un tabaco.

Cuando cualquier visitante que llegaba al bohío de un campesino, mientras le hacían un buchito de café, y si era fumador, le alcanzaban el paño que envuelve un manojo de tabaco. Generalmente este envoltorio, un tanto húmedo, estaba al alcance en el comedor o dentro de la gaveta central de la mesa y ahí mismo se arrimaba el taburete para preparar la fuma.

Hoy, en la fábrica Alfredo López Brito, antigua Bauzá,  la mayor del territorio, se fabrican tabacos para la exportación, según las vitolas que le soliciten, al igual que la tabaquería Manuel González Trece, de Guayos.

Aún se mantiene la marca Bauzá, identitaria del territorio, para anillar los puros de consumo nacional. Novedosas marcas como la Cohiba y MonteCristo se confeccionan con las hojas del territorio, aunque otras requieren materia prima que llega de otras regiones del país.

De esta manera Cabaiguán continúa como un gran productor y elaborador de la hoja por las excelentes manos de los tabaqueros, aunque no falta en una que otra casa de las sitierías el acostumbrado paño con hojas y tripa, para que el visitante pueda torcer y disfrutar un humeante puro.

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