Caminar las calles de Cabaiguán hoy puede resultar una experiencia peculiar (por aquello de que siempre puede sorprenderse), agradable (si es de los que siembra violetas en una palangana vieja) pero más que nada puede devenir en acto comprometido, sí, comprometido incluso con su capacidad de asimilación.
Este comentario pretende desentrañar los avatares de un fenómeno que, si bien es cierto de tanto convivir con él se nos ha hecho casi imperceptible, constituye una de las principales problemáticas que aqueja a los que habitamos este pedazo de Cuba.
Y es que en Cabaiguán apenas hay calles por las que se pueda caminar sin correr el peligro de lastimarse, ya sea que usted vaya caminando, o en bicicleta… incluso en auto: hay baches que son casi patrimoniales, salideros convertidos en lagunas y senderos trazados por el agua, los que al Cauto, si pudiera verlos, le provocaría una gran envidia.
Las explicaciones, desde que a principios de este siglo echara a andar el acueducto cabaiguanense, han ido a parar al pozo sin fondo (al menos aparentemente) de un engendro que, al menos aquí, ha creado más insatisfacciones a los clientes, preocupaciones a sus directivos y desvelos a los gobernantes de este municipio, que lo que finalmente ha resuelto.
Basta con mirar puertas afuera de nuestras casas o centros de trabajo para dudar si es Cabaiguán o la luna… por lo de los cráteres que “adornan” nuestras arterias, vías que pueden ser las de la periferia o las del centro de la ciudad, la de la feria, la carretera hacia Santa Lucía… o incluso la carretera central.
Y ya se sabe la crisis que en este sentido vive el país desde hace más de tres décadas, que el asfalto que se produce en la Refinería de la localidad tiene como destino la zona de desarrollo Mariel (desde donde se supone se garantice el futuro desarrollo de la Isla), que el balance de este recurso se define con carácter nacional, pero….
¿Y las acciones que se pueden acometer para, al menos nivelar terrenos?, ¿y las reservas que aún persisten con respecto a calles históricas (como la Tomás Pérez Castro, por ejemplo) por donde corre el agua sin medida?, ¿qué hay de las exigencias a quienes abren un hueco, rompen una calle y se van y quedan ahí los restos de una acción y sus consecuentes efectos?
Ya sabemos que no todo lo podemos resolver de un golpe por la cantidad de problemas acumulados que tenemos, pero el Presidente cubano Miguel Díaz- Canel Bermúdez, nos ha convocado a trabajar con el convencimiento de que debemos y podemos arrancarle pedacitos cada día a esas mismas dificultades para alcanzar la solución…
Desde fines de la pasada década, la recuperación gradual de la economía cubana ha exigido la revitalización del transporte como estrategia para garantizar el traslado de cargas y pasajeros. El país ha reservado cuantiosas inversiones en esa rama, lo cual exige también la restauración de la red vial; y los mayores esfuerzos están dirigidos a las principales arterias de transportación.
Enaltecer la ciudad, empezando por sus calles significa también proteger a sus habitantes, proveerles un espacio, no solamente más agradable, sino también mucho más seguro, señalizarlas contribuirá a la educación de su gente y a evitar accidentes… esto urge…. porque las calles importan, determinan y constituyen, junto a las edificaciones, el rostro de los pueblos y las ciudades.