Cuando caen a la mesa, si las dejan caer, son devoradas al instante. Sirven de postre para la merienda escolar o simplemente golosina codiciada. Dado al sabor único forma parte de la identidad del paladar del cubano.
No es músico de academia,
jamás ha recibido una clase ni lee las partituras, todo lo hace de oído,
es músico de surco adentro con una genialidad extraordinaria unida a su
simpatía sin par.
Todavía falta mucho sudor que correr por la frente del veguero,
aún son posturas recién plantadas. Crecerán con fuerza descomunal y llegarán a
su madurez total, mientras tanto son mimadas como niño caprichoso y estarán de
sol a sol bajo la vigilia del agricultor.
Foto: Internet
Antes casi la totalidad de las casas de campo tenían sus
pozos de brocal, también existían algunos en las ciudades, eran metros y metros
hacia el centro de la tierra, algunos de 10 varas, otros, de 15, 20 y hasta
30, se hacían con picos, palas y
pistoletes, era el agua más fresca y saludable que jamás he bebido.
Tomado del muro de Facebook de Jorge Marín Gutiérrez
Jesús Hernández Ramos, conocido en
Cabaiguán como Adis El Laboratorista, es una de las principales personalidades
de la ciencia en este pueblo, con 88 años de edad se ha desempeñado tanto en
laboratorios destinados a los seres humanos como a las diferentes especies de
animales, si alguna persona merece ser reconocido en el área científica
cabaiguanense es este hombre, considerado una verdadera enciclopedia del
conocimiento.
Foto: Aramis Fernández
Una mora de Trípoli tenía
Una perla rosada, una gran perla:
Y la echó con desdén al mar un día:
–”¡Siempre la misma! ¡ya me cansa verla! ”
Pocos años después, junto a la roca
De Trípoli…¡la gente llora al verla!
Así le dice al mar la mora loca:
–”¡Oh mar! ¡oh mar! ¡devuélveme mi perla!”
Foto: Archivo
Este 28 de enero, cada niño cabaiguanense será José Martí. Toda la matrícula de los centros docentes del territorio desfilará por la avenida principal del pueblo, para lo cual surgen varias iniciativas de padres, maestros y discípulos a fin de rendir tributo al hombre de La Edad de Oro.
El tabaco y la palma real señorean el paisaje rural de
Cabaiguán, la frialdad de las mañanas
azota la maleza mientras que la añeja casa de curar la hoja refleja los pocos
rayos del sol. Buen día para el veguero, el fresco lo ayuda a sudar menos y a
rendir más, así transcurren los días porque la vega no te ofrece vacaciones.
Cabaiguán no espera por los envíos de especias de otros territorios, aquí de los surcos también brotan las cebollas, la bija, el ajo y otras plantas que sirven para sazonar las comidas. En la finca del Nene Pacheco, el joven Rolando Javier (Pachanga) puede apreciarse este verde tapiz que adorna parte de la zona del Troncón en las inmediaciones de la carretera que enlaza a Cabaiguán con Santa Lucía.