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Chepe, el arriero de Santa Lucía

Muchos fueron los arrieros en la zona montañosa oriental que prestaron sus servicios a los rebeldes durante su estancia en la Sierra Maestra. Así también ocurrió en el Escambray. Alejandro García Acosta, vivía en Santa Lucía, cercano a Cabaiguán y desde los primeros momentos mostró interés en apoyar la lucha de los rebeldes.

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Por: Daisy Martín Ciriano

Alejo Chepe, como le conocían todos, era miembro de una numerosa familia y se había desarrollado dentro de la modestia y la humildad. Desde niño tuvo que trabajar para ayudar a la manutención de sus hermanos y con solo nueve años se convirtió en arriero.

Durante los primeros años era atado sobre el caballo para evitar caídas, así recorría largas distancias transportando  café, plátano, malanga, posturas de tabaco y tabaco en rama, entre otras mercancías. Estos recorridos se extendían por todo el Escambray, llegando a La Llorona, El Pedrero y al llano.

Cuando fue hombre contrajo matrimonio con Ramona Pérez Morales, procedente de Camajuaní. Ambos constituyeron una numerosa familia de 13 hijos y se establecieron en Santa Rosa, Santa Lucía.

Pronto conocieron los rebeldes al arriero Chepe desde su llegada al lomerío y poco tiempo después el arriero prestaba los servicios que le eran solicitados. Dentro de estas colaboraciones se encuentra el traslado de mercancías  a las posiciones rebeldes, informaciones acerca de actividad o movimientos del ejército de la tiranía, además trasladar documentos escritos.

Durante estas colaboraciones se vinculó con los hermanos Rogelio y Enrique Acevedo González, a Manuel Hernández Osorio, entre otros rebeldes. Incluso en ocasiones recibió indicaciones del propio Che. Esta razón explica la presencia del jefe guerrillero en la casa de Chepe en ocasión de su visita a Santa Lucía.

Después del triunfo de la Revolución este humilde hombre continuó colaborando y participó en  la lucha contrabandidos y durante todo el tiempo mantuvo su condición de hombre honrado y laborioso, identitario de los hombres que realizan su mismo oficio. Alejandro García falleció en 1996 en el poblado de Santa Lucía.

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