El Código de trabajo todavía vigente en el país, reconoce en el inciso d) de su artículo 94, como día de conmemoración nacional, el Diez de Octubre, Inicio de las Guerras de Independencia

Por: Arturo Manuel Arias Sánchez
En la Constitución de la República de Cuba de 10 de abril de 2019, se lee en el primer párrafo de su Preámbulo, la siguiente invocación:
Nosotros, el Pueblo de Cuba, inspirados en el heroísmo y patriotismo de los que lucharon por una Patria libre, independiente, soberana, democrática, de justicia social y solidaridad humana, forjada en el sacrificio de nuestros antecesores; por los aborígenes que se resistieron a la sumisión; por los esclavos que se rebelaron contra sus amos; por los que despertaron la conciencia nacional y el ansia cubana de patria y libertad; por los patriotas que a partir de 1868 iniciaron y participaron en nuestras luchas independentistas contra el colonialismo español, y a los que en el último impulso de 1895 les fuera frustrada la victoria al producirse la intervención y ocupación militar del imperialismo yanqui en 1898; (…).
El Código de Trabajo (2013), todavía vigente en el país, reconoce en el inciso d) de su artículo 94, como día de conmemoración nacional, el Diez de Octubre, Inicio de las Guerras de Independencia y, concomitantemente, sus efectos laborales y salariales; más adelante, el propio texto legal, ahora en el artículo 98, proclama el reconocimiento como efemérides oficiales de numerosos días de la historia patria, omitiendo el Día Antes.
En igual tono se pronuncia la norma sucesora de aquel, el Anteproyecto, ofreciendo similar tratamiento a los antes descritos, en sus artículos 230 y 231.
La grandeza del Diez de Octubre pespunteó en la desmemoria el Día Antes.
Corría el mes de octubre, siempre pletórico de fechas patrias, de un año final de la vencida centuria, cuando me correspondió oficiar el matutino en un centro de trabajo, “de cuyo nombre no quiero acordarme”; en mi invocación patria, recordé con fervor las efemérides más señaladas de su primera quincena; ilustré, también, sobre la del Día Antes.
Al escucharme, los rostros demudaron desde el cándido asombro, revelador de ignorancia bizantina, hasta el rictus descreído en tres o cuatro de los oyentes.
Al día siguiente fui conminado a comparecer, en audiencia privada, ante las autoridades administrativas y políticas de la entidad; en su presencia, censuraron mi “desliz histórico”, calificado de perturbador y diversionista.
Vaticinan algunos ideólogos y políticos norteños, a pesar de su acentuada ascendencia nipona o prosapia africana, que la historia arribó a su fin, o que, simplemente, bastaba con voltear la página y olvidar lo pasado.
Nosotros, por el contrario, enzarzados en polémicas sobre afanes para su rescate y modos atinados de enseñarla, no podemos desconocer eventos patrióticos que por pequeños que parezcan, también enaltecen, en grado sumo, los valores de la Historia de Cuba.
En el medio día del 9 de octubre de 1868, Pedro de Céspedes y del Castillo, hermano de quien sería el Padre de la Patria, bajo el liderazgo y por órdenes expresas de este, se levantó en armas contra el dominio español en la finca “La Caridad de Macaca”. Fue aquí donde se escuchó, por primera vez, el grito de ¡Viva la Libertad!, un día antes que el glorioso de Yara.
No pretendo presentar a Pedro de Céspedes como la personalidad de mayor relieve en el pronunciamiento libertario del Diez de Octubre, cuya jefatura indiscutida, el movimiento revolucionario oriental había depositado en Carlos Manuel, su hermano.
Solo intento la reivindicación en la memoria histórica del intrépido bayamés, héroe de “La Caridad de Macaca”, patriota sin tachas, fiel colaborador del Padre de los cubanos y expedicionario del buque “Virginius”; luego, hecho prisionero del brigadier español Juan Nepomuceno Burriel, quien le propuso, alevosamente, respetar su vida y las de los demás expedicionarios, a cambio de que Carlos Manuel se entregara, su digno rechazo a la vil oferta y, consecuentemente, su fusilamiento el 4 de noviembre de 1873.
¿Por qué, entonces, yace olvidado el 9 de Octubre de 1868 y su clarinada mambisa?
Los textos de Historia de Cuba, las efemérides nacionales publicitadas en los medios masivos de información y las clases que se imparten en todo nuestro sistema educacional, apenas si lo mencionan.
¿Acaso es más trascendente, como evento histórico, la Protesta de Baraguá que la de Jarao?
Quizás, pero ambos memorables.
La Historia semeja un gran río, nutrido por sus afluentes menores, cuyo caudal aumenta según el número de estos, y lo embravecen: el Diez de Octubre es corriente impetuosa, el Nueve de Octubre, arroyo tributario.
Dos meses después de cometido mi “desliz histórico”, emplacé a los juzgadores a que escucharan mis razones fundadas: no estaba sólo, me acompañaban la investigación intitulada “El Alzamiento del 9 de Octubre en Macaca” de la doctora Adolfina Cossío Esturo, publicada por la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba, en el año 1975 (en ella se narran los acontecimientos del Día Antes) y una misiva personal (todavía la conservo) remitida por el historiador de la ciudad de Manzanillo, refrendando la veracidad de lo acaecido en la fecha.
Nada respondieron los inquisidores.
Desde entonces, rememoro en mis alumnos, año tras año, cada vez con más ahínco, el 9 de Octubre de 1868, el Día Antes.
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