La práctica del dominó constituye un hobby entre los cubanos que ha permanecido en el tiempo en cada reunión familiar o de amigos

Por: Redacción Digital
Existen marcas identitarias que definen y hacen interesante una región, un país o una ciudad. En esos detalles radica la autenticidad y el carácter de un sitio. Cuba es una nación con una historia muy particular, con muchas influencias de otras culturas y una entremezcla visible en cualquier ámbito.
Las tradiciones pasan de generación en generación y el peligro de perderlas en el mundo actual siempre debe ser un incentivo para conservarlas. Sobre Cuba hay y habrá mucho que decir, pero a veces lo que más sorprende es la permanencia de ciertas costumbres que la hacen única.
Ese es el caso del dominó, un juego de mesa internacionalmente conocido y practicado, pero que en esta parte del mundo se ha adaptado y revalidado, convirtiéndose en un símbolo distintivo de la cultura popular, de las costumbres familiares y festivas de los cubanos.
Se dice que fueron los chinos los que llevaron el juego a Cuba, algunos aseguran fueron específicamente los chinos de California que migraron al país en finales de siglo XIX; otros que lo trajeron los europeos porque en ese continente ya se practicaba, pero en realidad no se sabe a ciencia cierta cómo llegó hasta esa isla caribeña.
Es muy usual caminar por las ciudades y pueblos del país y encontrar personas jugando dominó en la calle, en las casas, en las fiestas.
Sin dudas es el dominó una marca de identidad que se ha mantenido en el tiempo y traspasado de generación a generación como una tradición inquebrantable en la vida de los cubanos.