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¿El último para los canales de pago electrónicos?

Para que fluya esta aspiración de país ha de perfeccionarse el sistema de acceso a estas plataformas de pago. En ocasiones, desórdenes tecnológicos simulan la misma espera de una cola que de presencial pasó a virtual

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Cabaiguán es pionero en la bancarización al instalarse aquí dos cajeros automáticos hace casi una década.

Por: Alexey Mompeller Lorenzo

Más fáciles, rápidos y seguros se anuncian los canales de pago electrónicos. A no dudarlo, facilitan la vida de los cabaiguanenses por las múltiples bondades asignadas a estas plataformas.

Las recientes medidas implementadas para incrementar la bancarización de las operaciones dejan claro  las ventajas de tales alternativas para la liquidación de bienes y servicios, así como la necesidad de potenciarlas en los sectores estatal, privado y en las personas naturales.

Pero las acciones y normativas contextualizadas a la realidad no surgieron con las disposiciones emitidas la semana anterior por el Banco Central de Cuba. Hace cerca de una década dos cajeros automáticos transformaron las dinámicas en las instituciones bancarias del territorio. Representaron un primer avance de lo logrado aquí en materia de digitalizar la sociedad.

A la vuelta de los años, los dispositivos más que muletas para continuar su funcionamiento, requieren restituirse. El ansiado canje pinta gris con pespuntes negros. Las circunstancias para importar los equipos costosos en el mercado internacional cortan cualquier atisbo de esperanza.

Sin embargo, el privilegio de contar con ambas máquinas, si bien maltratadas por el tiempo, los usuarios, fallos tecnológicos y humanos, es motivo para darnos brillo en el ombligo cuando tarjeta habientes de otros municipios deben desplazarse a otros predios para realizar sus operaciones.

Para ayer era que la mayoría de los titulares de estas vías de pago, las tarjetas magnéticas, debían haber explotado al máximo la oportunidad de saldar desde casa la factura telefónica, de la electricidad, liquidar impuestos, transferir efectivo a otra cuenta y una larga lista de gestiones, sin pedir el último en la cola de los cajeros automáticos o en una institución bancaria.

No se trata de obligar a la ciudadanía a punta de pistola para aliarse a los canales de pago electrónicos, sino de sumar paulatinamente las cifras de beneficiados en correspondencia con las condiciones económicas, sociales y tecnológicas de cada cual.

En el mismo espejo se miran las personas jurídicas,a quienes se les dio el ultimátum para entrar en el carril que exige el uso de dichas plataformas. Ahora quedan en igualdad de condiciones entidades estatales, mipymes y otras formas empresariales, como debería haber sido una vez marcado el instante cero de los  nuevos actores económicos.

La baja disponibilidad de efectivo en los bancos es un secreto compartido a voces. Dispuestos para aligerar trámites y evitar el flujo de dinero en la calle,los canales de pago electrónicos que ofrecen bonificaciones por su utilización son parte de la repuesta a determinadas situaciones. Resistirse a ellos sería tirar el sofá.

Ciertamente a los migrantes digitales y a las personas vulnerables, desprovistas de teléfonos celulares; a quienes tal vez los años los retan para conocer su alcance o la billetera no les  alcanza para insertarse en el mundo de estas plataformas, lo ven como un desafío. Ojalá en algún momento puedan disfrutar de sus posibilidades.

Una estrategia de futuro conlleva a cambiar el pensamiento de decisores, dependientes y de cuantos cabaiguanenses del lado de allá del mostrador no vendan los servicios del comercio electrónico. Nadie más capacitado que dicho personal para promocionar caja extra, Código QR, Transfermóvil, EnZona, el servicio de pos y demás facilidades que pasan desapercibidas ante los ojos de la clientela.

Para que fluya esta aspiración de país ha de perfeccionarse el sistema de acceso. En ocasiones desórdenes tecnológicos simulan la misma espera de una cola que de presencial pasó a virtual.

El conocimiento popular resulta decisivo. La eficiencia también y dirá la última palabra al extenderse los canales de pago electrónico al resto de los centros que hoy permanecen inmersos en un universo analógico.

Farmacias, panaderías, mercados agropecuarios, correos, demás unidades de prestaciones públicas y establecimientos particulares tendrán que abrirse a un porvenir inmediato para no engordar aún más el libro de quejas y sugerencias. 

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