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Entre el incumplimiento de Comunales y la indisciplina ciudadana la basura adorna las esquinas de Cabaiguán

A Cabaiguán le urgen la limpieza, un enfrentamiento más efectivo a la desidia, la indisciplina social y la chapucería. Cabaiguán tiene necesidad inmediata de unos servicios comunales más eficientes y una ciudadanía más consciente de que si la ciudad enferma, también lo harán sus habitantes.

Comunales

Por: Lillipsy Bello Cancio

Comentar sobre la basura que “adorna” casi todas las esquinas de este municipio no es tema novedoso, como tampoco lo es el descontrol a lo que se ha convertido práctica cotidiana entre los cabaiguanenses: verter desechos sólidos donde a cualquiera le parezca, con un nivel de impunidad que asombra… y más que eso, asusta.

Preocupa porque, entonces, a las ineficiencias de Comunales (que no cumple el ciclo, que no siempre recoge toda la basura que encuentra, que en ocasiones riega más de lo que se lleva y que no tiene a nadie que vele por la calidad del trabajo) hay que agregarle las reiteradas indisciplinas de la gente.

Indisciplinas que van desde depositar restos de una poda al frente de la puerta del vecino (desconociendo que es responsabilidad de quien limpió trasladarlas hasta el vertedero municipal) o armar un micro- vertedero a la “sombra” del primer poste de la luz que se encuentre, con el consabido peligro que entraña el hecho de darle candela (con un buen propósito, sí, pero… a costa de cuánto).

Y no me refiero aquí a los desechos sólidos que usted tiene que obligatoriamente eliminar de su vivienda, o a los que conscientemente ubica en el supiadero (que luego Comunales no limpia y que se desborda y que los perros y los caballos se ocupan de regar) o en el frente de su casa (donde pueden permanecer hasta 15 días o más)…, sino a aquellos que podemos y debemos controlar más, no lanzarlos a la calle y sí llevarlos hasta donde corresponde su depósito.

¿O es que no ha visto usted a un señor, todo distinguido él, cerveza en mano, desandando el boulevard de la cabecera municipal y depositar la lata en el borde de la maseta existiendo un cesto justo al lado? ¿O al joven que, habiendo comprado unas frituras frente al parque, degustándolas por toda la calle Valle, al terminar lanza el papel a la alcantarilla, cuando al otro lado, con apenas voltear la cabeza, hubiera encontrado una cesta? ¿Y qué tal aquellos que unos minutos después de que pasara la carreta (casi un mes ausente del barrio) salen con dos o tres sacos destinados a permanecer allí casi durante ese mismo tiempo?

Lo de la limpieza de una ciudad no es responsabilidad de una institución ni de sus habitantes: corresponde a cada uno cumplir con lo que les toca.

Comunales está obligado a garantizar el cumplimiento de un ciclo (planificado y divulgado en incontables ocasiones… y casi nunca cumplido), a asegurar el funcionamiento de las carretas y el completamiento de las tripulaciones, a organizarse mejor, controlar la calidad del trabajo que realizan sus operarios y a mantener limpias las áreas comunes.

A los habitantes de este pedazo de Cuba, nos corresponde ser consecuentes con nuestras exigencias, que es como decir no arrojar basura donde no está permitido y mirar un poquito más allá de la puerta de nuestras casas. A los inspectores, enfrentar la indisciplina con mayor eficiencia, inteligencia y sistematicidad.

De no suceder así, el churre nos va a tragar, porque la acumulación de basura ya no solo se observa en la Filial (y todas sus vías de acceso), el Jobo, el Rastro o el reparto Canario, la Pecuaria o las zonas cercanas a la refinería, las cuales por su condición de periferia sufren las consecuencias devenidas de los “análisis delas prioridades”, sino que se puede ver frente a la Casa Canaria o en cualquier esquina de la calle Valle y de la Carretera Central.

El cuidado y protección del medio en que vivimos es un tema que nos concierne a todos, y constituye un deber, tanto para los ciudadanos como para el Estado, contribuir a ese empeño. Son la actitud y la práctica cotidiana las que nos definen, y ello no solo se limita a la casa.

La cultura sobre la higiene ha de fomentarse desde edades tempranas. Los niños, cual esponjas, asumen con facilidad tanto conductas positivas como negativas. Entonces, si desde pequeños les brindamos buenos ejemplos, tendremos de ellos mejores hábitos y modos de hacer. El hogar, la escuela, y la comunidad toda, tienen una responsabilidad invaluable.

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