sábado, abril 20El Sonido de la Comunidad
Shadow

Gracias, nuestros valientes guerreros

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Por Lillipsy Bello Cancio

Ya volvieron a la patria, 52 valientes…. Cubanos que durante dos meses desafiaron, más que un virus casi desconocido, un idioma, el frío, la incredulidad… que se hicieron de una mochila cargada de valores, algunas canciones y la garantía que regresarían y en el reencuentro, la Patria los abrazaría, orgullosa, henchida, reveladora.

¿Sus únicas armas? Una experiencia que antes resistió un cólera tan mortífero y cruel como este nuevo coronavirus; los conocimientos aprehendidos durante años de estudio, con los profes, en pasillos, cuerpos de guardia, en salas, salones y camillas, estudiando casos, participando en estudios, investigando, escudriñando en los laboratorios, desechando fiestas, abandonando por momentos, durante noches enteras, el sueño, a veces imprescindible pero casi siempre postergado.

Llegaron a Crema, brindaron con gran rigor profesional y entrega personal 5 526 atenciones médicas y más de 3 600 procederes de enfermería… números aparentemente fríos pero que conforman nada más la primera cara de un esfuerzo que no permitió titubeos, que demostró los altísimos niveles de profesionalidad de este puñado de valientes y que, por sobre todas las cosas, provocó que se le retorcieran las entrañas a los cobardes que siempre intentan demeritar a los gloriosos.

Aterrizaron en medio de aplausos, en un aeropuerto que los recibió atónito: ¿cómo era posible que en medio de tanta muerte, dolor e inseguridad aquellos hombre se prestaran para asumir una “aventura” de la cual no sabían si saldrían con vida en una ciudad tan lejana y tan distante? ¿Por qué arriesgaban la vida por personas que no eran ni sus amigos, ni sus familiares, mucho menos sus coterráneos? ¿Cómo entender a ese montón de “locos” que se atrevían a dejar su gente para salvar otras, desconocidas, diferentes, tan remotas?

“Estos cuerdos locos dispuestos a pelear por la vida de los demás a riesgo de la propia”: así los describió Enrique Ubieta en sus crónicas desde Italia, crónicas que nos han obligado a recorrer kilómetros y kilómetros, nos han arrancado más de una lágrima, nos han robado el aliento y nos han confirmado que Fidel, el Comandante eterno de los agradecidos tenía, siempre tuvo la razón.

Las redes sociales nos han traídos sus mensajes, han disimulado sus miedos, desarticulado falacias, aliviado a los más cercanos, a los que dejaron aquí… también nos han trasmitido la emoción de la imagen del niño con la bandera cubana a la espera de la brigada cada mañana para saludar a unos héroes de batas blancas que no entiende pero “no importa”, la de la italianita aquella que estuvo 56 días en el hospital sin ver a su amado, la del árbol con un centenar de cintas blancas en nombre de cada vida salvada, o la de la anciana que cada día llegaba a la puerta del hospital improvisado para saber del esposo del que no tenía noticias y encontró a unos seres de otra galaxia, tiernos, cariñosos, atentos.

Hombres que no midieron distancias, a los que no les importó que aquel paciente de 77 años haya participado en el bloqueo naval a Cuba con las fuerzas de la OTAN; o que aquel haya sido operador sanitario de servicios en un hospital; o que incluso figure entre los enfermos un reconocido pianista… todos recibieron la misma atención: dedicada y profesional, cercana y compasiva, acertada y competente.

Y en Italia quedarán trazadas todas las historias de este puñado de valientes, cubanísimos ellos, que con la Patria en el pecho, desafiaron la muerte, la incertidumbre, incluso la mentira y le desgajaron el alma a sus pacientes, para regresar ahora a su isla, pequeña e inmensa, gloriosa y única, que los recibirá maternal, agradecida… orgullosa….

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