sábado, abril 27El Sonido de la Comunidad

La Nueva Normalidad, no puede conducir a la insensatez

La Nueva Normalidad, la asumimos, en la gran mayoría de los casos con alegría, en otros no pocos con preocupación, escepticismo y recelos: y es que a las rutinas que habíamos establecido hace poco más de año y medio (paréntesis aparte) tendremos que acomodar otras a las que no nos ha dado tiempo acostumbrarnos

Normalidad

Por: Lillipsy Bello Cancio

Cabaiguán, Primero de Noviembre de 2021… ¡la tan anhelada nueva normalidad llegó y con ella el transporte público, las cenas en restaurantes y paladares, la práctica de deporte al aire libre y hasta las visitas a quienes desde hace mucho no vemos!

Coincido con quienes afirman que la pandemia ha sacado la mejor parte de algunos… también con los convencidos de que otros mostraron lo peor… a la luz del momento y acumulada una experiencia que nadie nos puede negar lo que nos queda es continuar enfrentando la desidia, el resquemor y el odio… sí, el odio que se les ha enquistado a muchos y se creen con el derecho de escupirlo a la cara de todo el que se encuentran.

A las consecuencias de esta pandemia que nos ha arrancado seres queridos, horas de sosiego y felicidad, momentos que ya no viviremos y que nos ha dejado casas vacías, habrá que incorporarle desde hoy la lucha cotidiana que significa impedir que nos roben a mano armada (o mejor dicho, que nos sigan robando).

Dicen los que saben que deshacer una costumbre o desmentir un rumor es más difícil que escalar la Sierra Maestra… y lo digo porque para que entren en cintura quienes han violado precios y horarios e irrespetado la calidad de sus servicios, quienes llevan tanto tiempo campeando por su respeto por disímiles razones, tendrán que caer en la cuenta de que así no se puede seguir… y que lo hagan es responsabilidad nuestra y de los organismos impositores de multas y controladores de la legalidad.

Que el pasaje en coche cuesta 4 pesos (y no 5), que a Santa Lucía lo que establece la ley son 10 y no 50, que sentarnos a la mesa de un restaurant obliga a quienes sirven al cliente a prestarle un servicio a la altura de sus exigencias y de lo que merece, que la jornada laboral es de 8 horas y no de 4, tendrán que ser parte obligada de la rutina de la gente aquí.

Y es que, a lo mejor, después de la COVID, o con ella aún, nos hayamos permitido el lujo de haber aprendido algo: que un médico o una enfermera son más importantes que un futbolista, por ejemplo; que ese al que le cobró 80 pesos por una libra de tomate puede ser mañana quien le ayude con el medicamento que salvó a su madre; que el poder y el dinero no bastan para salvar vidas; que sobrevivir no es una opción y que los bolsillos llenos no son suficientes para ser felices.

Este primero de noviembre de 2021: la vida aquí, en Cabaiguán, comenzó a retomar su camino hacia una normalidad que no es tan nueva a estas alturas, son muchas las causas que dictan y determinan el futuro económico de nuestra Isla; mientras la vida pasa y los niños crecen tenemos el deber sagrado de reconstruir este país, de reunir a las familias, de salvar… de refundar valores y comprender de una vez y por todas, que el ser humano ni ha aprendido a dominar la naturaleza (como creía), ni mucho menos ha aprendido a dominarse a sí mismo.

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