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Luis, el enfermero

Luis Félix García Torres, o Luis, el enfermero es sinónimo de consagración, amor al trabajo y constituye un símbolo del sector de la salud en este municipio de Cabaiguán

Este enfermero constituye un referente para las nuevas generaciones por su constancia al trabajo y por la responsabilidad que siempre ha asumido su labor.

Por. Daisy Pilar Martín Ciriano

A través de los años los cabaiguanenses han contado con eficiente atención a su salud, no solo por las instituciones sanitarias, sino por sus profesionales. Honorables médicos ´se han distinguido en su profesión, pero también numerosos enfermeros y enfermeras que han dejado su huella en la historia de  la medicina. Podemos recordar a la enfermera Laudencia Camacho, Iselda Palomino Lorenzo, nuestra querida y más cercana Mima, Zobeida  Rumbao, entre otras. Pero hoy, en este día especial de la enfermería recordaremos también a  enfermeros, como José Ramón Vallina Soto y  A Eduardo Vera, conocido por Nené.

Estos ilustres enfermeros se graduaron en Santa Clara alrededor de 1950 y a partir de entonces sirvieron a la población como excelentes profesionales. De ellos solo queda su impronta, pero nos acercaremos a la vida de un enfermero que hizo historia por su dedicación y eficiencia en su trabajo, además por su puntualidad.

Y  recordamos al enfermero Luis Félix García Torres, aunque dicho así, resulta menos conocido, pero al pronunciar Luis, el enfermero, nos llega a la mente su figura.

Este símbolo del sector de la salud, ya sobrepasa los noventa años y acumula todo un historial de vida, entregado a su profesión.

Natural de Cayajaca. Cercano a Cabaiguán, desarrolló sus primeros años en diferentes zonas cercanas al territorio: Caballete de Casa, el reparto Obrero, otros lugares de Cabaiguán, hasta que contrajo matrimonio y, se asentó en la Calle A, donde reside actualmente.

Sus estudios de enfermería los realizó tambiénen Santa Clara a mediados de 1950. A partir de esa fecha, comenzó la práctica en la Casa de Socorros de Cabaiguán. Prestaba su servicio en el departamento de curaciones: inyectaba, curaba lesiones, hacía enjuagatorios, suturas, entre otras actividades del departamento. Allí trabajó hasta 1958 y posteriormente, transitó por diferentes instalaciones: hospital en Topes de Collantes, Clínica Obrera, fábrica de tabacos Bauzá y Policlínico I. En este lugar atendió más directamente a la población, dentro del departamento de Curaciones. La labor en este local era intensa y constante. A toda hora se presentaban casos a atender. Incluso, cuando alguno de sus compañeros de los departamentos donde se realizaban electros y se esterilizaba implementos, se ausentaba, él alternaba sus funciones y cubría su trabajo.

En este último centro transitó su labor hasta 1990, en que se acogió a la jubilación. Pero aquí no se separó de su quehacer. Cada día realizaba su recorrido para atender a las necesidades de la población. Especializado en aplicar inyecciones y algunas curas, recorría a paso rápido parte del pueblo. Temprano se podía ver  llegar a las viviendas, siempre pulcro y respetuoso para realizar su trabajo.  En ocasiones, se levantaba muy temprano para dar cumplimiento a los horarios de los pacientes y favorecer su rehabilitación. Toda esta generación que hoy peina canas, puede de una forma u otra, haber sido su paciente.

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