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Potrerillo resucita a Ceferino al cumplirse el 101 aniversario de su natalicio

Del acordeón de Ceferino siguen brotando notas musicales para alegrar a Potrerillo a pesar de haber fallecido a los 57 años de edad

Ceferino

Por: Daisy Pilar Martín Ciriano (Licenciada en  Historia)

Hay muchas personas que pasan por la vida sin dejar huella alguna, otras trascienden en el tiempo por diferentes generaciones o para toda una vida, otras, después dejan su huella tan solo en el espacio donde vivió. Sin embargo cuando pasa el tiempo se recuerda con cariño y se rememora su figura. Así ocurre con Ceferino Martín Cuellar, un humilde campesino nacido el 26 de agosto de 1927, en la zona de Lote Grande, cercano a Jíquima de Peláez. Su figura se recuerda en la comunidad de Potrerillo, donde vivió al contraer matrimonio y constituir su hogar. Hubiera cumplido la pasada semana sus 101 años de edad.

Hijo de un canario y una cubana, descendiente también de canarios, este hombre aprendió tempranamente a tocar la guitarra el tres y el laúd. No conoció de estudio alguno para ejecutarlo, aunque lo hacía magistralmente solo de oído, como se le llama quienes tienen avanzada sensibilidad para la música. Años después, entrada la década de 1950 comenzó a tocar el acordeón. Este instrumento también era ejecutado por su hermano Serafín, incluso Félix su hermano mayor también tocaba la guitarra. Al parecer los tres hermanos tenían un sensible oído para la música. Por aquellos tiempos se hacían fiestecitas por el fondo de la finca Las Lajitas y ellos participaban junto a otros aficionados.

En el caso de Ceferino al trasladarse para la zona de Potrerillo, unió a otros campesinos que gustaban de la música y constituyeron un grupo al que le nombraron el Conjunto Gris. A pesar de que esta agrupación desapareció en los años sesenta, él conservó su acordeón y con ella amenizaba fiestas familiares, actividades circense que aparecían por la zona y en sus horas de descanso solía sentarse en el portal y hacer solos musicales, que iban desde un danzón, una guaracha, un corrido, o un romántico bolero, que en ocasiones era vocalizado por algún amigo o transeúnte que pasaba.

Ceferino no pudo disfrutar mucho del movimiento cultural que se desarrolló en la década del 80, murió con solo 57 años, pero dejó tras de sí a muchos amigos que le estimaban y que aún lo recuerdan, así como su familia, la cual hasta los días de hoy conserva su mayor tesoro: el acordeón y el laúd.

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