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Quijote del lente

Parte del patrimonio fotográfico cabaiguanense lleva la firma de Héctor Bernal Hernández, artista del lente quien falleciera este 4 de febrero

4 Hector el fotografo
Profesionalidad y modestia definieron la carrera de Héctor Bernal.

Por: Alexey Mompeller Lorenzo

Cabaiguán posó para Héctor Bernal Hernández, coleccionista de emociones e instantes por más de medio siglo. Él narró la historia de los suyos en imágenes. Bastó un primer acercamiento a la fotografía y el arte ganó un cronista del lente.

Cámaras tuvo como horas dedicó a pensar encuadres, cazar atardeceres, atestiguar brindis, provocar sonrisas y agendar citas que lo hicieron otro invitado más de celebraciones y despedidas.

Decir adiós a un calendario lo garantizaba a golpe de flash. El comienzo del año siguiente igual lo sorprendía dando el “listo” a quienes preferían su profesionalidad y modestia. Hasta en el verbo le brotaba la elegancia al hombre de figura quijotesca. Visionario de cuna, del Corujo llegó al asfalto para registrar en instantáneas el patrimonio cabaiguanense.

La ciudad le depararía una nueva vida al mecanógrafo y taquígrafo de Santa Lucía. Antes de expresarse mediante la luz y la imaginación, demostró esa versatilidad frente al teclado.

Lo comprobaría el Comandante Ernesto Guevara de la Serna durante uno de sus recorridos por esos predios. El mismísimo Che, al corriente de su destreza, le solicitó ayuda en la redacción de algunos documentos. “Misión cumplida”, diría el entonces joven al guerrillero, que tiempo después aceptó posar para el creador.  

A la zona volvieron otros rebeldes y entre las barbas asomó la de Camilo Cienfuegos. Los santaluceños presenciaron la visita y para la época ya Héctor había debutado en la fotografía.  La imagen guardada por él en sus tesoros en blanco y negro confirman la presencia del Héroe de Yagüajay que, con la escolta del pueblo, cargó sobre sus hombros a un niño adueñado, por unos minutos, del icónico sombrero alón.

Dominada la teoría, unos años de práctica coronaron al artífice. Convencido Cabaiguán y sus alrededores de tanto talento, las quinceañeras, parejas dispuestas a pasar al altar y  organizadores de eventos confiaban las fotos al soberano de la puntualidad.

Así se presentaba. Correcto, impecable, un lord acompañado de una cámara que engendró en los más pequeños la pasión por la fotografía. Al despuntar la década de 1980 en el municipio nacía el Círculo de Interés de Fotografía, obra de Héctor Bernal para estimular la formación vocacional.

Nunca relegó a la superación. Llegado el salto del siglo y el momento de adentrarse en la tecnología digital incursionó al estilo de sus colegas, hijos de la contemporaneidad; aunque añoraba ver estampado el cuño de agua con su nombre en las imágenes.

Este 4 de febrero de haber salido al portal de su casa, escaleras arriba  y convertida en estudio fotográfico donde recibió  a generaciones de cabaiguanenses;  tal vez ese domingo, a ratos gris e idóneo para presionar el obturador, lo provocaba para darse cruce con lo cotidiano por toda la Avenida Sergio Soto. Su salud apagada cada día y la lluvia, cómplice del pesar, truncaron la idea. Optó por el paraguas para caminar con la parsimonia de siempre rumbo al destino eternidad. Quién sabe si discreto como fue y, entre tanta multitud negada a despedirlo, dio media vuelta para regresar por la cámara hasta ascender.  

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