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“Sanito”, la tierra te abraza con el mismo cariño que le profesaste en vida

Celestino Hernández Hernández, más conocido por Sanito, se dedicó toda su vida a cultivar la tierra para extraer de ella las mejores cosechas 

Sanito
Sanito era un científico natural convencido de que solo con el sudor bastaba para ser productivo en el campo.

Por: Aramis Fernández Valderas

Celestino Hernández Hernández aró la tierra con sus manos casi desde su nacimiento, la finca heredada de su padre fue el emporio que compartió con la familia, miró hasta el último suspiro el horizonte para descubrir el mal o el buen tiempo para las siembras.

A Celestino pocos lo conocían en Cabaiguán por ese nombre, el apodo de niñez fue la mejor manera de identificarle, también mostraba su propia naturaleza de actuar. Al agricultor se le conocía como “Sanito”, según cuenta Osvaldo Nodarse, el vecino del frente, que lo apreciaba como su hermano.

“Sano”, se encaprichaba con los frutos menores y de su terreno salían las mejores viandas, especias y tabaco, todo cuanto produjera la tierra él lo cultivaba y escasas veces perdía la cosecha. Era un científico natural convencido de que solo con el sudor bastaba para ser productivo.

No era un político, tampoco un economista, sin embargo convencía con su actuar y experiencia y hacía  que su finca diera para comer y comercializar sin imponer precios desbordantes y sirviendo como el mejor de los párrafos a los que menos tenían.

Padre de dos hijas y dos hijos a los cuales enseñó el arte de labrar y la vergüenza para vivir de manera digna. Amigo de todos los que conociera y cariñoso con el entorno, sus animales y sembrados.

Existen santos, tal vez San Celestino haya encarnado en “Sanito”, no sería pretencioso si afirmara que el guajiro del Ingenito superó a la santidad y antiguo Papa por el conjunto de valores humanos que poseía.

En el día de ayer domingo 11 de febrero la tierra cubrió un fértil cuerpo que la amó como a la más bella de las novias. El cielo se entristeció pero abrazó su alma por ser de los buenos, de los que desde su humildad dejan una sustanciosa huella la cual debe ser seguida por los hombres y mujeres de bien.

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