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Envejecimiento poblacional, visto desde un fenómeno natural

El envejecimiento poblacional es un fenómeno natural desde el punto de vista demográfico que involucra a toda la sociedad si de atenciones y cuidados se refiere

Los abuelos y abuelas de la tercera edad necesitan de atenciones especiales y sobre todo de mucho cariño y comprensión.

Por: Lillipsy Bello Cancio

El envejecimiento poblacional es un fenómeno natural pero que, según los especialistas está signado por algunas variables de origen sociológico (que pueden ir desde lo personal hasta lo general) que se pueden conducir con el propósito de que, aunque se incrementa la esperanza de vida de la gente (lo cual es muy bueno, por razones obvias), la vitalidad del sistema social no se vea afectada.

Tal y como se pinta el escenario, ahora mismo en Cabaiguán sucede todo lo contrario, pues al hecho de clasificar entre los tres municipios más envejecidos del país, se suma el del acrecentamiento de condiciones que están muy lejos, no ya de facilitarles la vida a quienes dedicaron sus capacidades profesionales a la construcción de este país, sino a aquellos familiares hoy a cargo de su cuidado, en edad laboral, y que pudieran estar aportando más.

Y es que, si bien es cierto que es este territorio favorecido en lo que a atención al adulto mayor respecta al contar con tres geriatras, especialistas encargadas de su seguimiento médico, también lo es el hecho de que el único hogar de ancianos aquí cuenta apenas con 32 camas, hoy todas ocupadas y con una lista de espera de 16 ancianos, cuyos integrantes ya sabemos, no tienen mucho tiempo para esperar.

Pero otro fenómeno preocupa ahora mismo a las autoridades sanitarias cabaiguanenses, al decir de su titular en Cabaiguán, la doctora Yordanka Gómez Siles, “este tema es muy sensible y no podemos quedarnos pensando que todo lo hecho está bien, tenemos que brindarle todo nuestro cariño y nuestro amor a estas personas”.

Y no es que todos estos ancianos sean vulnerables en el sentido de la necesidad de una prestación monetaria o una asistente social. Al contrario, quizás algunos de ellos cuenten con la solvencia económica que ni usted ni yo tenemos, pero… ¿y el beso añorado en las fechas especiales? ¿y la mano conocida cuando están enfermos? ¿y el cariño diario, ese que alimenta más que un plato de comida?

Resta mucho por hacer en materia de atención al adulto mayor: incorporar más ancianos a los círculos de abuelos es una cuestión en la que habrá que trabajar más, pues aunque el 89% del total de población de más de 60 años asiste hoy a estos encuentros donde todo es ganancia, todavía los hay que se resisten a hacerlo… a esos hay que dirigir las acciones.

A todo ello sumémosle las carencias de medicamentos, la desmesurada e incontrolable inflación, los procesos migratorios y la velocidad de una sociedad moderna que tal pareciera no piensa en quienes necesitan una pausa para pensar, decidir, actuar.

Nuestros ancianos han tenido que aprender de bancarización, cajeros automáticos y teléfonos móviles, se han tenido que acostumbrar a ver a sus seres más queridos a través de la pantalla de un celular, han tenido que lidiar con la inestabilidad de las dietas, del pan y del arroz de la canasta básica, que comerse un huevo no es cosa de todos los días y que disfrutar un plato de frijoles es harina de otro costal. Hay cosas que no podemos resolver en el barrio, ni tan siquiera en el municipio, pero hay otras que, bien pensadas y sentidas, contribuirían a aliviar algunas de las más acuciantes necesidades de quienes hoy gozan del privilegio de haber llegado a la tercera edad.

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