Ya hasta las bolas están desaparecidas y los jugadores también, la astucia, la picardía, el cumplimiento de reglas que los propios niños establecían se han ido a bolina.
Por: Aramis Fernández
Las pequeñas esferas de cristal con diseños más grandes o chicos luciendo cuantos colores existen en su interior, eran los objetos con que los niños de muchas generaciones empleaban su tiempo libre, durante el recreo en las escuelas, o en sus barrios o cuadras al regresar al hogar.
Las nuevas tecnologías, principalmente el celular han sentado a los muchachos frente a una pantalla, rompieron la magia de aquellas discusiones de quien era el mejor bolón, cual ganaba más bolas, quien tenía que volver a raya y cual tenía la mejor puntería.
La sustitución del juego tradicional de las bolas, ha con vertido a nuestros herederos en más comebolas, menos preparados para la vida, más aislados en el mundo y en seres que deben cumplir reglas que imponen otros y no ellos mismos.
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