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El rendimiento opaca la Agricultura espirituana

Tomado de Escambray

En Sancti Spíritus urge transformar los discretos rendimientos agrícolas en los cultivos varios para buscar más producción y eficiencia desde un basamento técnico y sostenible

Para una Agricultura donde la holgura de recursos hace rato que se alejó de las plantaciones, que siembra su suerte a cielo abierto, hincada por la falta de brazos y retada por un mercado insatisfecho, la eficacia de la producción para todos los encargos estatales debe descansar, más que en las hectáreas y toneladas, en el surco que le daría una dimensión realista y eficiente: el rendimiento agrícola, principal medidor de la obra agraria.

No es que el indicador sea una ruina, pues hay cultivos como el arroz, el tabaco y los frijoles que toman distancia de otros; hasta productores que son una escuela en la materia; pero los resultados más pobres están asociados a los cultivos ligados con el caldero, en tanto desde hace años se intenta producirlos incrementando las siembras, cuando lo más racional sería concentrar tierras, hombres, recursos y apelar a campos con altas poblaciones, mejor atendidos y que aporten más producción.

No hay que salir de Sancti Spíritus para encontrar la experiencia; en el Sur del Jíbaro —tecnologías aparte— está el laboratorio de que, sin poder explotar todo el suelo por carencias de agua y diversos recursos, el rendimiento agrícola ha sido el camino para revivir la producción de arroz. Escambray hurga en las razones que compiten contra un mejor resultado de los cultivos y que, en buena medida, empañan el sector.

EL TRABAJO TÉCNICO SE PERDIÓ

Dicen los expertos y reconocidos productores que “con una buena semilla prácticamente se garantiza la mitad del rendimiento agrícola”. Tal tesis se demuestra en las terrazas de Mapos, en las vegas de tabaco de Santa Lucía, en las frijoleras de Jarahueca, en las fincas aledañas a la Autopista en Cabaiguán. Sin embargo, directivos, especialistas, presidentes de cooperativas y campesinos concuerdan en otra arista que hinca la campiña: la debilidad del trabajo técnico.

El ingeniero Isidro Hernández Toledo, director técnico productivo en la Empresa Agropecuaria Banao, va directo a una de las llagas del asunto: “El cambio de lo estatal para el sector campesino mató el trabajo técnico, hoy no hay presencia de este en el campo; hemos sembrado platanales en Banao de 40 toneladas por hectárea; ¿por qué ese rendimiento?, porque se sembraron de vitroplantas, con la tecnología de extradenso, eso es más población por área y se le dio seguimiento; pero, ¿qué le pasa a la Agricultura hoy?, que el trabajo técnico en la base se perdió.

“Te pongo otros ejemplos de cuánto decide la labor del técnico y que para mí es lo que más nos debilita: ¿quiénes usan en la provincia los medios biológicos?, solo los productores aventajados; vete a Sopimpa, al fondo de Banao…,  te cuesta trabajo encontrar un lugar donde se apliquen bien. ¿A qué cooperativa se le chequea el trabajo técnico?, a ninguna, solo miramos el plan y el real; el Instituto de Investigaciones de Plantas Tropicales se ha cansado de darnos logros científicos, clones, variedades, tecnologías de siembra, ha hecho boniato para secano, yuca para los cerdos; ¿qué ha pasado al final?, que cuando esa novedad llega a la cooperativa eso no prende de forma masiva”, subrayó Isidro Hernández.

EL RENDIMIENTO NO ES ESPONTÁNEO

Una lógica en esta asignatura lleva a pensar que, en medio de las limitaciones de recursos, lo más sensato es sembrar menos área y con mejor calidad, en vez de extender las plantaciones, pero la realidad no sigue exactamente ese camino. “Cuando hay un mínimo de recursos que no alcanzan para proteger un cultivo, lo que estamos haciendo es sembrar más área para tratar de llegar a la producción comprometida”, acotó Alberto Reina Montiel, subdelegado provincial de la Agricultura.

Zafarse de los bajos rendimientos en los cultivos varios necesariamente pasa por disponer de un nivel de recursos; mas, hay que mirar también el uso de semillas y de posturas de calidad, además, respetar la disciplina agrotécnica a la hora de atender la plantación. Otro obstáculo es la falta de riego, tanto que solo se reconoce bajo ese beneficio al 8 por ciento del área agrícola.

La realidad de la Agricultura espirituana está tan atada a las plantaciones de secano que “en Sur del Jíbaro no se siembra arroz si no hay agua; sin embargo, en los cultivos varios tenemos que sembrar haya lluvia o sequía porque la necesidad de comida no espera, aunque sepamos que los rendimientos serán bajos, no tenemos otra alternativa”, definió Reina Montiel.

El rendimiento pasa por una buena preparación de tierra, una óptima semilla, los insumos necesarios para producir y la calidad con que se trabaje, definió Vladimir Mesa González, responsable de los Cultivos Varios en la Empresa Integral Agropecuaria Sancti Spíritus —abarca también a Cabaiguán, Taguasco y Jatibonico—. “Se puede tener todo, que si se labora mal no sale el buen rendimiento, pero hoy afecta mucho el insumo y que muchas variedades dejaron atrás su potencial genético; pero te digo otro enemigo del rendimiento: tenemos hoy tierra con cañas de maíz seca parada que van de frijoles, cuando debían estar ya surcadas”.

El espejismo de cumplir planes no puede opacar que “para decirlo en plata, no hay fuerza calificada ni brazos en la Agricultura; el que va a trabajar va más interesado en los 100 pesos del jornal que en hacer las cosas bien; lo otro es que no tenemos capacidad tecnológica para hacer las cosas como corresponde; cuando había que roturar la tierra, llovió; cuando hace un oreo, se pierde el petróleo 60 días; entonces, ¿qué hacemos?, sembramos o no tenemos comida; así tampoco hay buen rendimiento”, expresó Vladimir Mesa.

SEMILLA Y POBLACIÓN

Que todavía exista un nivel de productores aferrados a las semillas tradicionales, guardadas casi siempre por ellos mismos, y no acudan a las simientes certificadas con garantía de mayor germinación y protección sanitaria es un rasgo de tradicionalismo y también de falta de conocimientos, de demostración. ¿Cómo entender que, si hay semilla de maíz certificada que rinde dos y tres veces más que la antigua, queden agricultores que empleen la que está degenerada? ¿Cómo no van a estar en mangas cortas los rendimientos de las viandas, si se admite que en cultivos como el boniato muchas veces se siembra hasta el restrojo?

A pie de surco, Idel Gil Coca, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Aramís Pérez, en Cabaiguán, enumera entre los factores limitantes el deterioro de las variedades en cultivos de viandas, el irrespeto a las épocas de siembra y el marco de plantación, hacer planes por compromiso y no conocer bien los momentos de fertilizar.

“Hace muchos años —añadió— que no se les hacen estudios agroquímicos a los suelos para saber la cantidad de nutrientes que llevan; estamos trabajando a ciegas, lo mismo les podemos echar más que menos; entonces montamos un programa de siembra contra un rendimiento histórico o que se pone a veces nacionalmente, eso está separado de la realidad de cada zona productiva”.

Un arcoíris de criterios sazona el asunto en plena sitiería: “A veces pedimos agua hasta a los santos y ahora estamos corriendo para sacar este boniato que se nos está pudriendo por tanta humedad”; “Si seguimos con las siembras de baja población, claro que será malo el rendimiento”; “Tenemos que sembrar el área que podemos atender; lo otro es criar hierbazales y botar recursos”; “Si no hay insumos no puede haber rendimiento”; “No podemos rotar y descansar la tierra”; “Los campesinos tienen que dejar atrás lo antiguo y aprender las novedades introducidas en la Agricultura”.

Hoy la situación de los rendimientos agrícolas en la provincia es un problema no resuelto, no podemos entregar recursos que el país no tiene”, declaró Eduardo Jiménez Calzada, jefe del Departamento Agrícola, y añadió: “Pero sí podemos influir más en el la utilización de semilla de calidad a partir de los institutos, de las empresas especializadas, de las fincas de semillas, que en algunos lugares las tenemos como una maqueta y sea allí donde que de verdad genere la simiente de las bases productivas del territorio. Nos falta capacitar en el surco, comprobar más en el terreno el cumplimiento de la agrotecnia en los cultivos, nos falta convertir la pelea del rendimiento en un asunto cotidiano”.

Orestes Ramírez Salas, director de la Empresa Semillas, confirmó que toda la que vende la entidad tiene categoría genética y la disponibilidad garantiza las siembras de la provincia. “Lo que no todos concurren a comprarla y un por ciento alto de productores usan la que conservan individualmente; este es un camino obligado, porque no podemos seguir sembrando mucha área con despoblación, para tener más hierba, más plagas, conociendo la carencia de riego que tenemos; debemos buscar más rendimiento y producción en menor área, eso es eficiencia”.

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