Salvoconductos para bañarse en las pozas del Río Santa Lucía
Por: José Miguel Fernández Nápoles
Partiendo de la finca de Los Miguelones, río arriba, teníamos muy claro que había tres pozas e igual de requisitos.
Los culi cagaos, como yo, que en aquel entonces no levantaba dos cuartas del suelo, flaco y flojo, teníamos que ir a la poza del tejar, era un charco bajito y nos daba por el pecho a la mayoría.
Poseía una buena barranca donde conseguíamos deslizarnos con yaguas y el tronco de una palma hacía de trampolín. Ahí se podía jugar al caimán bobo, el cual consistía en llegar zambullido a una piedra, que era la base, sin que "el quedao" te tocara la cabeza, o te quedabas tú.
Un poco más arriba, justo detrás del Pulguero, estaba la poza del Niño Pérez, tampoco era muy honda, pero tenía una piedra inmensa, desde donde uno podía ...